28 de diciembre de 2013

Filósofo meditando


Rembrandt van Rijn

27 de diciembre de 2013

El León vencido por el hombre / La Zorra y el Busto

Cierto artífice pintó
una lucha, en que, valiente,
un hombre tan solamente
a un horrible León venció.
Otro león, que el cuadro vio,
sin preguntar por su autor,
en tono despreciador
dijo: "Bien se deja ver
que es pintar como querer,
y no fue león el pintor."


Dijo la Zorra al Busto,
después de olerlo:
"Tu cabeza es hermosa, 
pero sin seso."

Como éste hay muchos,
que, aunque parecen hombres, 
sólo son bustos.

Félix María de Samaniego

26 de diciembre de 2013

Dulce introducción al caos


¿Cómo quieres que escriba una canción
si a tu lado no hay reivindicación?
La canción de que el tiempo no pasara,
donde nunca pasa nada.

Una racha de viento nos visitó,
y al árbol ni una rama se le agitó.
La canción de que el viento se parara,
donde nunca pasa nada.

Un otoño el demonio se presentó.
Fue cuando el arbolito se deshojó.
La canción de que el tiempo se atrasara,
donde nunca pasó nada.

Una racha de viento nos visitó,
pero nuestra veleta ni se inmutó.
La canción de que el viento se parara,
donde nunca pasa nada.

Mientras tanto pasan las horas.
Sueño que despierto a su vera.
Me pregunto si estará sola
y ardo dentro de una hoguera.

¿Cómo quieres que escriba una canción
si a tu lado he perdido la ambición?
La canción de que el tiempo no pasara,
donde nunca pasa nada.

Se rompió la cadena que ataba el reloj a las horas.
Se paró el aguacero, ahora somos, flotando, dos gotas.
Agarrado un momento a la cola del viento me siento mejor.
Me olvidé de poner en el suelo los pies y me siento mejor.
Volar, volar.

Una racha de viento nos visitó,
y a nosotros ni el pelo se nos movió.
La canción de que el viento se parara,
donde nunca pasa nada.

Ya no queda una piedra en pie
porque el viento lo derribó.
No. No hay esa canción.
Ya no queda nada de ayer
porque el viento se lo llevó.
No. No hay esa canción.


Extremoduro

22 de diciembre de 2013

Siete obras de misericordia


Caravaggio


20 de diciembre de 2013

De ratones y hombres

-Háblame de la casa George -rogó Lennie.

-Claro, vamos a tener una casita, con una habitación para nosotros. Una buena estufa de hierro y en invierno mantendremos el fuego siempre encendido. No es demasiada tierra, de modo que no tendremos que trabajar mucho. Quizá seis o siete horas al día. Pero se acabó lo de cargar sacos de cebada durante once horas cada día. Y cuando llegue la cosecha, allí estaremos nosotros para recogerla. Así sabremos qué resulta de lo que sembramos.

-Y los conejos -adelantó Lennie ansiosamente-. Yo los cuidaré. Cuéntame cómo voy a hacerlo, George.

-Claro, vas a ir al campo de alfalfa con un saco. Vas a llenar el saco y a poner la alfalfa en las conejeras.

-Van a comer y comer, con esos dientes que tienen -dijo Lennie-. Yo los he visto hacerlo.

-Cada seis semanas, más o menos -prosiguió George-, las conejas van a parir y tendremos conejos de sobra para comer y vender. Y tendremos unas palomas para que hagan nido y vuelen cerca del molino, como hacían cuando era pequeño. -Miró absorto la pared, por encima de la cabeza de Lennie-. Y todo sería nuestro, y nadie podría echarnos. Y si no nos gusta un tipo, podremos decirle "Váyase de aquí", y tendrá que irse, qué diablos. Y si llega un amigo, tendremos una cama de más y le diremos "¿Por qué no pasas la noche aquí?" Y se quedará con nosotros, qué diablos. Tendremos un perro de caza y un par de gatos, pero tienes que cuidar que esos gatos no maten a los conejitos.

Lennie respiró con fuerza.

-Déjalos que se acerquen a los conejos y les romperé el pescuezo. Les… los aplastaré con un palo.

Se calmó luego, pero continuó gruñendo para sus adentros y amenazando a los futuros gatos que se atrevieran a molestar a los futuros conejos.

George quedó absorto, extasiado ante su propio cuadro.


John Steinbeck

16 de diciembre de 2013

Carita de pena


He tratado de ser justo con quien me tiende miradas,
he invertido en la balanza del desprecio y del dolor,
han puesto precio a los enigmas que te cuento tras
las barras para defender el sol,
he paseado en horas muertas por las calles de tus
caderas sin que me viera el amor.

Todos los caminos llevan a Roma, pero pasan por tu casa.
Todos los colores suenan a broma, pero no me da la gana.

De ser el que pierde la cabeza
de dormir en portales de madera
de hacer caso al deseo imposible de tener mi cuerpo
en tu cielo y los pies en la tierra, los pies en la tierra.

Prefiero un beso de muerte, o una mirada en la vena
a un estado de cuerpo presente y carita de pena.

Tengo huellas en los ojos de algún país vecino,
me he inventado una noria por quitarme gravedad,
he matado algunas moscas para sentirme asesino,
no por ganas de matar.
He arrancado de dos flores dos pistilos que sin nombre
han querido cohabitar.

Todos los caminos llevan a Roma, pero pasan por tu boca.
Las medias naranjas tienen su historia, pero no se exprimen solas.

En la génesis de la tristeza, no hay corazón ni condena,
que si estás me vale cualquiera y sino me fumo
cual Cristo una cruz de madera, una cruz de madera.

Prefiero un beso de muerte, o una mirada en la vena
a un estado de cuerpo presente y carita de pena.

De ser el que pierde la cabeza
de dormir en portales de madera
de hacer caso al deseo imposible de tener mi cuerpo
en tu cielo y los pies en la tierra, los pies en la tierra.

En la génesis de la tristeza, no hay corazón ni condena
que si estás me vale cualquiera y sino me fumo
cual Cristo una cruz de madera, una cruz de madera.

Prefiero un beso de muerte, o una mirada en la vena
a un estado de cuerpo presente y carita de pena.


Carlos Chaouen

14 de diciembre de 2013

Chica con una vela (Autorretrato)


Zinaida Serebriakova

13 de diciembre de 2013

Como tú


Así es mi vida,
piedra,
como tú; como tú,
piedra pequeña;
como tú,
piedra ligera;
como tú,
canto que ruedas
por las calzadas
y por las veredas;
como tú,
guijarro humilde de las carreteras;
como tú,
que en días de tormenta
te hundes
en el cieno de la tierra
y luego centelleas
bajo los cascos
y bajo las ruedas;
como tú, que no has servido
para ser ni piedra de una Lonja,
ni piedra de una Audiencia,
ni piedra de un Palacio,
ni piedra de una Iglesia;
como tú,
piedra aventurera;
como tú,
que, tal vez, estás hecha
sólo para una honda,
piedra pequeña
y ligera...

León Felipe

12 de diciembre de 2013

Calle Mayor


La riada de gente es tan densa que cuesta trabajo caminar al revés.
Hay puestos en el suelo con ponchos, muñecas,
todos hechos a mano, y también hay jerseys.
Con el brutal miedo que da el ser extranjero, los dos peruanos dicen cuanto es
a un tipo necio que, riéndose de ellos, intenta sacarles un precio mejor.
Y cuando lo consigue se siente vencedor, triunfó en su batalla,
su guerra y ley... en la calle Mayor.

Me da igual que seamos gitanos que payos, da igual si del norte o del sur,
pues la vida es la vida y los hombres son hombres aquí y en la calle Mayor.
Me da igual que seamos negros que blancos, me importa tan poco el color,
pues la vida es la vida y los hombres son hombres aquí y en la calle Mayor.

Hay negros que venden trastos inservibles
como un aspirador de esos irrompibles,
relojes de cuarzo de esos digitales,
loros de mil vatios, pendientes, collares...
pulseras de marfil, hinchadores de ruedas,
altavoces pequeños de esos que no suenan.
Aquí nadie obliga a comprar nada a nadie,
tuyo es tu dinero y suyo el transistor.
La calle es de todos, da igual el lenguaje,
y pasa la mañana en la calle Mayor.

Me da igual que seamos gitanos que payos, da igual si del norte o del sur,
pues la vida es la vida y los hombres son hombres aquí y en la calle Mayor.
Me da igual que seamos negros que blancos, me importa tan poco el color,
pues la vida es la vida y los hombres son hombres aquí y en la calle Mayor.

Y hay un matrimonio vestido de domingo
con un par de diablos que ellos llaman hijos,
van pisoteando los puestos y, al rato, uno de los negros le dice: "¡cuidado!"
Y llega ese padre con paso de ganso
mirando al extranjero de arriba p´abajo
mientras que le grita:
"¡tú, negro de mierda, si tocas a mi hijo te abro la cabeza!"
Y la gente aplaude, batalla ganada contra el extranjero que vino del mar;
y cuando el chaval recoge sus telas piensa que hay más fieras aquí que en la selva
y que de nada sirve volver a intentar convencer al padre que ambos son igual.
Y en el barco de Orán hace frío y el chaval se siente por dentro fatal,
ha perdido de vista la costa y la noche asoma... y la noche asoma...
a la calle Mayor.

Me da igual que seamos gitanos que payos, da igual si del norte o del sur,
pues la vida es la vida y los hombres son hombres aquí y en la calle Mayor.
Me da igual que seamos negros que blancos, me importa tan poco el color,
pues la vida es la vida y los hombres son hombres aquí y en la calle Mayor.

Revolver

10 de diciembre de 2013

9 de diciembre de 2013

Hastío

Pasan las horas de hastío
por la estancia familiar,
el amplio cuarto sombrío
donde yo empecé a soñar.

Del reloj arrinconado,
que en la penumbra clarea,
el tictac acompasado
odiosamente golpea.

Dice la monotonía
del agua clara al caer:
un día es como otro día;
hoy es lo mismo que ayer.

Cae la tarde. El viento agita
el parque mustio y dorado...
¡Qué largamente ha llorado
toda la fronda marchita!

Antonio Machado

8 de diciembre de 2013

Nadie podrá con nosotros


Habrá sido igual con todos
los demás que vinieron detrás
a lavarte el pelo rojo
con las manos manchadas de Navidad.

Disparaban a los patos
de la feria con balas de verdad
con la lluvia en los zapatos
y los cuellos gastados de vacilar.

Y tú decías: “¡Hey!
nadie podrá con nosotros
nadie podrá con nosotros”
pero estuvieron muy cerca ayer.

Dos más y caerán rendidos
jamás volverían a pie.
Se reían de los chicos que
no teníamos nada
que perder.

Y tú decías: “¡Hey!
nadie podrá con nosotros
nadie podrá con nosotros"
pero estuvieron muy cerca ayer.


Quique González

6 de diciembre de 2013

Venus, Adonis y Cupido


Annibale Carracci

4 de diciembre de 2013

Causas perdidas

Una parada desierta,
una sonrisa fugaz,
un autobús que se aleja
repleto de sueños rotos.
Las tristes ruinas
de nuestra habitación
y de aquellas guerras
inacabadas:
bares encantados,
películas borrosas,
unos vaqueros azules,
la ciudad y tus abrazos...


2 de diciembre de 2013

La hora de los lamentos


Semáforos en ámbar, los pájaros levantan vuelo
ventanas entreabiertas que dejan que se escape el amor
Hay millones de maletas
pero no hay nadie en la estación
Por la radio anuncian que se acerca una tormenta

De las voces de la calle sólo quedan ya los ecos
y se dice que en el cielo se agotó la compasión
En los garitos y en los templos
suena la misma canción:
"Todo el mundo sabe que esto va a ponerse feo"

Nadie está a salvo de los aguaceros
si donde llueve es en el corazón
No hay refugio, tú y yo lo sabemos
otra vez llegó la hora de los lamentos

Brotan desengaños donde ayer planté deseos
todo está muy claro dentro de la confusión
Mil problemas esperando y vence el plazo del dolor
ojalá despierte y vea que todo ha sido un sueño

Nadie está a salvo de los aguaceros
si donde llueve es en el corazón
No hay refugio, tú y yo lo sabemos
otra vez llegó la hora de los lamentos

En los garitos y en los templos
suena la misma canción:
"Todo el mundo sabe que esto va a ponerse feo"

Nadie está a salvo de los aguaceros
si donde llueve es en el corazón
No hay refugio, tú y yo lo sabemos
otra vez llegó la hora de los lamentos

José Ignacio Lapido
(con Miguel Ríos)