26 de septiembre de 2014

Salamanca, 2014 (y IV)



Ropas con su olor

Ropas con su olor,
paños con su aroma.


Se alejó en su cuerpo,
me dejó en sus ropas.


Lecho sin calor,
sábana de sombra.

Se ausentó en su cuerpo.
Se quedó en sus ropas.


Miguel Hernández

No hay nada

Minuto 3:35

No hay nada que hacer
lo volví a entender
volví a despertar abriendo los periódicos
nada nuevo

Lo volví a leer
estaba claro ya
todo el mundo gira sin parar
no hay control

Demasiada gente mirándonos
demasiada suerte bailando

Fueron a por mi
decididamente
y acabé enganchado
a programas en la tele

No estuvo mal
pero no estuvo bien
mientras decíamos
que correríamos a tope

Demasiada gente mirándonos
demasiada suerte bailando

Y no sirve de nada pagar
de la misma manera
es mucho mejor darse un tiempo
y volver a encontrarse
para no dejarlo todo a medias

Y no sirve de nada pagar
de la misma manera...

Javi Serrano

22 de septiembre de 2014

Salamanca, 2014 (III)




Yo voy soñando caminos

Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!...
¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero
a lo largo del sendero...
-La tarde cayendo está-.
“En el corazón tenía
la espina de una pasión;
logré arrancármela un día:
ya no siento el corazón.”

Y todo el campo un momento
se queda, mudo y sombrío,
meditando. Suena el viento
en los álamos del río.

La tarde más se oscurece;
y el camino que serpea
y débilmente blanquea,
se enturbia y desaparece.

Mi cantar vuelve a plañir:
“Aguda espina dorada,
quién te pudiera sentir
en el corazón clavada.”


Antonio Machado

Más de un 36


Cuando baja la marea, cuando aprieta el corazón,
ahí estas tú y yo, contigo adentro.

Cuanto más dura es la pena más cargado viene el ron,
me está diciendo la razón: esta noche fue la buena.
Llevo lo de ayer a cuestas, más te quiero, me quedé mirándote
a duermevela.

Desconozco bien tu nombre, calzas más de un 36,
hueles a azahar también, sé que bebes ron a secas.

¡Hey! Despierta...

Sabes cómo ayer, con la boca más seca, el sexo que se fue
sonríe en la despensa, como puede ser
que lleves en la piel agua y arena.

Tardas en amanecer,
me pierden las maneras, lo que no se ve,
es lo que antes despierta, vuélveme a querer
como lo hiciste ayer bailando lenta.

Tras un ojo llega el otro, tras un polvo otro más largo,
hay un gato en el tejado que me vio llorar.
Te estás perdiendo un verano concentrado en la mañana,
me estoy preguntando si te quedarás
pasado el escenario...

Ya he pasado por ti,
tenías otros nombres, mismas ganas de reír,
vestías otro acento, en el pelo flores.

Creo que ya he estado aquí,
eres la del cuerpo de flores, la del mes de abril,
la que hizo en la guitarra marcas que hacen cicatriz.
Te veo sobre la cama y quiero quedarme a vivir
y no sé ni tu nombre.

Tras un ojo llega el otro, luego ciérrame los labios.
Hay un gato en el tejado que me hace llorar.
Cuando baje la marea...


Andrés Suárez

10 de septiembre de 2014

Salamanca, 2014 (II)



La vida es sueño (Acto II - Escena VI)

Basilio:
Pésame mucho que cuando,
príncipe, a verte he venido,
pensando hallarte advertido,
de hados y estrellas triunfando,
con tanto rigor te vea,
y que la primera acción
que has hecho en esta ocasión
un grave homicidio sea.

¿Con qué amor llegar podré
a darte ahora mis brazos,
si de sus soberbios lazos,
que están enseñados sé
a dar muerte? ¿Quién llegó
a ver desnudo el puñal
que dio una herida mortal,
que no temiese? ¿Quién vio
sangriento el lugar, adonde
a otro hombre dieron muerte,
que no sienta? Que el más fuerte
a su natural responde.

Yo así, que en tus brazos miro
de esta muerte el instrumento,
y miro el lugar sangriento
de tus brazos me retiro;
y, aunque en amorosos lazos
ceñir tu cuello pensé,
sin ellos me volveré,
que tengo miedo a tus brazos.

Segismundo:
Sin ellos me podré estar
como me he estado hasta aquí,
que un padre que contra mí
tanto rigor sabe usar,
que con condición ingrata
de su lado me desvía,
como a una fiera me cría,
y como a un monstruo me trata
y mi muerte solicita,
de poca importancia fue
que los brazos no me dé
cuando el ser de hombre me quita.

Basilio:
Al cielo y a Dios pluguiera
que a dártele no llegara;
pues ni tu voz escuchara,
ni tu atrevimiento viera.

Segismundo:
Si no me le hubieras dado,
no me quejara de ti;
pero una vez dado, sí,
por habérmele quitado;
que aunque el dar el acción es
más noble y más singular,
es mayor bajeza dar,
para quitarlo después.

Basilio:
¡Bien me agradeces el verte,
de un humilde y pobre preso,
príncipe ya!

Segismundo:
Pues en eso
¿qué tengo que agradecerte?

Tirano de mi albedrío,
si viejo y caduco estás
muriéndote, ¿qué me das?
¿Dasme más de lo que es mío?
Mi padre eres y mi rey;
luego toda esta grandeza
me da la naturaleza
por derechos de su ley.

Luego, aunque esté en este estado,
obligado no te quedo,
y pedirte cuentas puedo
del tiempo que me has quitado
libertad, vida y honor;
y así, agradéceme a mí
que yo no cobre de ti,
pues eres tú mi deudor.


Calderón de la Barca

Llegaba Septiembre


Hoy te vi correr, te vi saltar sobre las olas.
Fuiste a pasear, bajo la lluvia eras la estrella.
No tenían razón, no eras de esas, por la mañana un café y un adiós.
Fuiste lo más rock&roll de toda la playa de Gijón.

Era verano, llegaba Septiembre...
Eras una tentación un tanto extraña, un elixir de juventud.
Me hacías pensar en esa canción, siguiendo tus huellas al caer el sol.
Fue en un hotel, cerca del mar, dónde las gaviotas solían llorar.
Eras mi autopista, mi última luz, mi primera carta, la electricidad.

Era verano, llegaba Septiembre...

Un resplandor en la carretera, no había invierno en tu alcoba,

todas las canciones son la imagen de nuestra historia...

Edu Vázquez
(con Helena Gil)