1 de agosto de 2012

A los caballeros alumnos del Real Seminario Patriótico Vascongado

Oh jóvenes amables,
que en vuestros tiernos años
al templo de Minerva
dirigís vuestros pasos,
seguid, seguid la senda
en que marcháis, guiados,
a la luz de las ciencias,
por profesores sabios.
Aunque el camino sea
ya difícil, ya largo,
lo allana y facilita
el tiempo y el trabajo.
Rompiendo el duro suelo,
con la esteva agobiado,
el Labrador sus Bueyes
guía con paso tardo;
mas al fin llega a verse,
en medio del verano,
de doradas espigas,
como Ceres, rodeado.
A mayores tareas,
a más graves cuidados
es mayor y más dulce
el premio y el descanso.
Tras penosas fatigas,
la labradora mano
¡con qué gusto recoge
los racimos de Baco!
Ea, jóvenes, ea,
seguid, seguid marchando
al templo de Minerva,
a recibir el lauro.
Mas yo sé, caballeros,
que un Joven entre tantos
responderá a mis voces:
"No puedo, que me canso."
Descansa enhorabuena;
¿digo yo lo contrario?
Tan lejos estoy de eso,
que en estos versos trato
de daros un asunto
que instruya deleitando,
los perros y los lobos,
los ratones y gatos,
las zorras y las monas,
los ciervos y caballos
os han de hablar en verso;
pero con juicio tanto,
que sus máximas sean
los consejos más sanos.
Deleitaos en ello,
y con este descanso,
a las serias tareas
volved más alentados.
Ea, jóvenes, ea,
seguid, seguid marchando
al templo de Minerva,
a recibir el lauro.
Pero ¡qué!, ¿os detiene
el ocio y el regalo?
Pues escuchad a Esopo,
mis jóvenes amados.

Félix María de Samaniego