7 de diciembre de 2015

Del camino (XXI)


Daba el reloj las doce... y eran doce
golpes de azada en tierra...
...¡Mi hora! -grité-... El silencio
me respondió: -No temas;
tú no verás caer la última gota
que en la clepsidra tiembla.

Dormirás muchas horas todavía
sobre la orilla vieja,
y encontrarás una mañana pura
amarrada tu barca a otra ribera.


Antonio Machado

Si mi voz muriera en tierra

Si mi voz muriera en tierra,
llevadla al nivel del mar
y dejadla en la ribera.

Llevadla al nivel del mar
y nombradla capitana
de un blanco bajel de guerra.

¡Oh mi voz condecorada
con la insignia marinera:
sobre el corazón un ancla
y sobre el ancla una estrella
y sobre la estrella el viento
y sobre el viento la vela!


Rafael Alberti

Te va a pasar


Ha de volver la primavera
siempre que quieras si al besar
sigues cambiando las mareas
Han de llegar nuevos amores,
que a otros les fugue tu bondad
Te pasará la vida y yo seré tu paz

Seré ese viento que te peina

Noche que tiembla en tu mirar
Cuando dormida te venzan
de alguna manera te haré despertar
Seré señal cuidándote de cerca

Cambia la historia como siempre,

vuelve a contar tu otra mitad
cuando te abracen y tiembles
y un golpe de suerte te llame "mamá"
Te va a pasar, sal a volar y vuelve

Siembra de ti este mundo enfermo

Sálvalo y luego sal de aquí
como conmigo has hecho
Dime que sí

Me llevo tanto amor que el tiempo

ni repetido bastará
No llores más, la vida ya te espera

Cuenta conmigo cuando cuentes

Salta la hoguera y yo detrás
Sigue sin miedo a la muerte
mi niña valiente, no mires atrás
Te va a pasar la vida, ya despierta

Andrés Suárez

1 de diciembre de 2015

Venus dormida



Giorgione
(Finalizado por Tiziano)

La vida

Al despertar estabas leyendo
frente a la ventana,
donde yo solía hacerlo de niño
(un lugar que ahora es tuyo,
como cada rincón de esta casa)

me he quedado observándote
feliz, ajena a mi presencia
(con tu asonancia de mar)
navegando entre sueños
de papel y sal...

¿Así que la vida era esto?

Por aquí nada ha cambiado
(salvo que ya no estás)
sigue la cama deshecha
y esta soledad,
me faltan nuestras confesiones
(y tu forma de mirar)
las calles en noviembre,
tus paseos, el cine
(las sonrisas)
mi bar...


How


How can I forget your love?
How can I never see you again?
There's a time and place
For one more sweet embrace
And there's a time, ooh
When it all, ooh
Went wrong
I guess you know by now
That we will meet again somehow

Oh, oh, oh, oh baby
How can I begin again?
How can I try to love someone new?
Someone who isn't you
How can our love be true?
When I'm not, ooh
I'm not over you
I guess you know by now
That we will meet again somehow

Time can come and take away the pain
But I just want my memories to remain
To hear your voice
To see your face
There's not one moment I'd erase
You are a guest here now

So baby
How can I forget your love?
How can I never see you again?
How can I ever know why some stay, others go?
When I don't, ooh
I don't want you to go
I guess I know by now
That we will meet again somehow

Time can come and wash away the pain
But I just want my mind to stay the same
To hear your voice
To see your face
There's not one moment I'd erase
You are a guest here now

So baby
How can I forget your love?
How can I never see you again?


Regina Spektor

14 de noviembre de 2015

El diario (Excursion into Philosophy)


Edward Hopper

"...y sobre todo que te encuentres, y que la encuentres, y no sólo que estés bien con ella, sino que no tengas problema en imaginarte a su lado en diez, veinte o cuarenta años. La última vez que nos vimos me dijiste que no creías en el Amor; yo sigo creyendo, pero entiendo que no es algo corriente, también que mirar a alguien como yo lo hacía contigo y sentir que quieres verlo envejecer es un regalo, y que sea mutuo es casi como que te toque la lotería..."

Sé que nunca tendría que haber leído su diario, pero después de hacerlo vi que los días eran una sucesión de cartas dirigidas a su primer amor; de forma normal me habría dolido pero no habría dicho nada, al fin y al cabo todos tenemos un pasado y el derecho a salvarlo como mejor sepamos. El problema era que en los días sucesivos escribía las cartas como si hubiese recibido una respuesta, en silencio fui leyendo la fecha y su nombre en los encabezados con un escalofrío; el diario se remontaba al día que la conocí, el mismo día que él murió.

Firmin, de Sam Savage

Argumento

Nacido en el sótano de una librería en el Boston de los años 60, Firmin aprende a leer devorando las páginas de un libro. Pero una rata culta es una rata solitaria.

Marginada por su familia, busca la amistad de su héroe, el librero, y de un escritor fracasado.

A medida que Firmin perfecciona un hambre insaciable por los libros, su emoción y sus miedos se vuelven humanos.

Original, brillante y llena de alegorías, Firmin derrocha humor y tristeza, encanto y añoranza por un mundo que entiende el poder redentor de la literatura, un mundo que se desvanece dejando atrás una rata con un alma creativa, una amistad excepcional y una librería desordenada.


Setenta y nueve


Enterré soldados de plomo
y mi vieja colección de cromos
cajas de música encantada
y un diente debajo de la almohada

Suena tan lejano
fuego de verano
el día que robé un melón
y tuve una indigestión

Sonaba Bob Dylan
un tren se acerca lentamente.
Setenta y nueve
cerré los libros, no pasé septiembre

Lávate, ponte una camisa
es domingo, tienes que ir a misa
Mi madre pensaba
que así me salvaba
Yo fumaba en mi habitación
mirando un póster de Iggy Pop

Sonaba Bob Dylan
un tren se acerca lentamente
Setenta y nueve
cerré los libros, no pasé septiembre

Un tren se acerca lentamente
cerré los libros, no pasé septiembre


M-Clan

7 de octubre de 2015

Chica joven leyendo


Jean-Honoré Fragonard

Intento de escapada

 
  
Miguel A. Hernández

La mujer que yo quiero


La mujer que yo quiero no necesita
bañarse cada noche en agua bendita.
Tiene muchos defectos, dice mi madre,
y demasiados huesos, dice mi padre.

Pero ella es más verdad que el pan y la tierra.
Mi amor es un amor de antes de la guerra
para saberlo...
La mujer que yo quiero no necesita
deshojar cada noche una margarita.

La mujer que yo quiero es fruta jugosa
prendida en mi alma como cualquier cosa.
Con ella quieren dármela mis amigos
y se amargan la vida mis enemigos

porque sin querer tú te envuelve en su arrullo
y contra su calor se pierde el orgullo
y la vergüenza...
La mujer que yo quiero es fruta jugosa
madurando feliz, dulce y vanidosa.

La mujer que yo quiero me ató a su yunta
para sembrar la tierra de punta a punta
de un amor que nos habla con voz de sabio
y tiene de mujer la piel y los labios.

Son todos suyos mis compañeros de antes:
mi miedo, mi escalera y mis amantes.
¡Pobre Juanito...!
La mujer que yo quiero me ató a su yunta
pero, por favor, no se lo digas nunca.

Pero, por favor, no se lo digas nunca...


Carlos Chaouen
(Letra de Joan Manuel Serrat)

1 de octubre de 2015

San Andrés y san Francisco


El Greco

Comentario
(por Francisco de Asís García)

Hombres buenos

El aguardiente y la conversación de hace un rato le han fijado en la cabeza imágenes antiguas, recuerdos que rinden ahora mal servicio. Y entre ellos flota uno especialmente incómodo: el rostro cansado y los bigotes grises de aquel teniente, de nombre olvidado, que hace dieciocho años cargó, seguido sólo por un corneta, en el desfiladero de La Guardia.

No es, para ser exactos, remordimiento lo que agita el espíritu de Raposo. Sería demasiado pintoresco, en su caso. Igual que la mayor parte de los seres humanos, los individuos como él encuentran con facilidad justificaciones para cada uno de los actos de su vida, por crudos o miserables que sean; y raro es quien arrastra consigo más fantasmas de los que le conviene soportar. El suyo, esta noche, es más bien un recuerdo melancólico: una incómoda certeza de tiempo pasado y distancia irreparable. Quizá, también, de ocasiones perdidas. Al recordar el rostro de aquel oficial mientras sacaba el sable de la vaina y gritaba órdenes sabiendo que nadie las iba a cumplir, picando luego espuelas sin volverse a mirar atrás, Raposo se entristece más por lo que en otro tiempo pudo ser y no fue, que por otra cosa. Por sí mismo, en realidad. Por el hombre que en él dejó de existir, o de ser posible, apenas tiró de la rienda de su caballo, deteniéndolo como todos los otros, frente a aquel polvoriento desfiladero portugués. Es la suya, en fin, una melancolía tocante a su propia juventud, al tiempo transcurrido. A quienes pasaron por su lado sin que él retuviese de ellos lo que, tal vez, habría podido ayudarlo a dormir mejor en horas como ésta.

Arturo Pérez-Reverte

Y sin embargo


De sobras sabes que eres la primera,
que no miento si juro que daría
por ti la vida entera,
por ti la vida entera;
y, sin embargo, un rato, cada día,
ya ves, te engañaría
con cualquiera,
te cambiaría por cualquiera.

Ni tan arrepentido ni encantado
de haberme conocido, lo confieso.
Tú que tanto has besado
tú que me has enseñado,
sabes mejor que yo que hasta los huesos
sólo calan los besos
que no has dado,
los labios del pecado.

Porque una casa sin ti es una emboscada,
el pasillo de un tren de madrugada,
un laberinto
sin luz ni vino tinto,
un velo de alquitrán en la mirada.

Y me envenenan los besos que voy dando
y, sin embargo, cuando
duermo sin ti contigo sueño,
y con todas si duermes a mi lado,
y si te vas me voy por los tejados
como un gato sin dueño
perdido en el pañuelo de amargura
que empaña sin mancharla tu hermosura.

No debería contarlo y, sin embargo,
cuando pido la llave de un hotel
y a media noche encargo
un buen champán francés
y cena con velitas para dos,
siempre es con otra, amor,
nunca contigo,
bien sabes lo que digo.

Porque una casa sin ti es una oficina,
un teléfono ardiendo en la cabina,
una palmera
en el museo de cera,
un éxodo de oscuras golondrinas.

Y cuando vuelves hay fiesta
en la cocina
y bailes sin orquesta
y ramos de rosas con espinas,
pero dos no es igual que uno más uno
y el lunes al café del desayuno
vuelve la guerra fría
y al cielo de tu boca el purgatorio
y al dormitorio
el pan de cada día.


Joaquín Sabina

21 de septiembre de 2015

Junio


Alejandra Caballero

El coronel no tiene quien le escriba

El administrador se dirigió directamente hacia ellos. El coronel retrocedió impulsado por una ansiedad irresistible tratando de descifrar el nombre escrito en el sobre lacrado. El administrador abrió el saco. Entregó al médico el paquete de los periódicos. Luego desgarró el sobre de la correspondencia privada, verificó la exactitud de la remesa y leyó en las cartas los nombres de los destinatarios. El médico abrió los periódicos.
-Todavía el problema de Suez -dijo, leyendo los titulares destacados-. El occidente pierde terreno.
El coronel no leyó los titulares. Hizo un esfuerzo para reaccionar contra su estómago. «Desde que hay censura los periódicos no hablan sino de Europa», dijo. «Lo mejor será que los europeos se vengan para acá y que nosotros nos vayamos para Europa. Así sabrá todo el mundo lo que pasa en su respectivo país.»
-Para los europeos América del Sur es un hombre de bigotes, con una guitarra y un revólver -dijo el médico, riendo sobre el periódico-. No entienden el problema.
El administrador le entregó la correspondencia. Metió el resto en el saco y lo volvió a cerrar. El médico se dispuso a leer dos cartas personales. Pero antes de romper los sobres miró al coronel. Luego miró al administrador.
-¿Nada para el coronel?
El coronel sintió el terror. El administrador se echó el saco al hombro, bajó el andén y respondió sin volver la cabeza:
-El coronel no tiene quien le escriba.
Contrariando su costumbre no se dirigió directamente a la casa. Tomó café en la sastrería mientras los compañeros de Agustín hojeaban los periódicos.
Se sentía defraudado. Habría preferido permanecer allí hasta el viernes siguiente para no presentarse esa noche ante su mujer con las manos vacías. Pero cuando cerraron la sastrería tuvo que hacerle frente a la realidad. La mujer lo esperaba.
-Nada -preguntó.
-Nada -respondió el coronel.
El viernes siguiente volvió a las lanchas. Y como todos los viernes regresó a su casa sin la carta esperada.


Gabriel García Márquez

Ojos de gata


Fue en un pueblo con mar
una noche después de un concierto
Tú reinabas detrás
de la barra del único bar que vimos abierto


Cántame una canción al oído
te sirvo y no pagas
Sólo canto si tú me demuestras
que es verde la luz de tus ojos de gata

Loco porque me diera
la llave de su dormitorio
esa noche canté
al piano del amanecer todo mi repertorio

Con el “quiero beber”
el alcohol me acunó entre sus mantas
y soñé con sus ojos de gata
pero no recordé que de mí algo esperaba

Desperté con resaca y busqué
pero allí ya no estaba
Me dijeron que se mosqueó
porque me emborraché y la usé como almohada

Comentó por ahí
que yo era un chaval ordinario
pero cómo explicar
que me vuelvo vulgar
al bajarme de cada escenario

pero cómo explicar
que me vuelvo vulgar
al bajarme de cada escenario


Los Secretos
(Primeros versos de Joaquín Sabina)

14 de septiembre de 2015

La Sagrada Familia


Bartolomé Esteban Murillo


(por Marta Poza Yagüe)

Prosas apátridas

Nuestra naturaleza tiende a expulsar el dolor, no a conservarlo. A los tres días de la muerte de T. pienso menos en ella y, cuando lo hago, no siento ya esa opresión en el pecho, en la garganta, esa opresión que, de no dominarla, se extiende rápidamente hacia la cara, deforma nuestros rasgos y se convierte en llanto. El dolor lo vamos echando por pequeños paquetes y sólo queda en nosotros el estupor, la indignación.

Una niña de ocho años, hermosísima, mimada, hija única de padres que la adoraban, padres inteligentes, hermosos también, de una posición holgada, que le garantizaban a su hija una vida que sería imposible predecir feliz, pero sí provista de todas las cartas para que no fuera desgraciada. Y esta niña es súbitamente víctima de una enfermedad incurable. En un año, entre ingresos y salidas del hospital, mejorías y recaídas, va perdiendo su belleza, sus cabellos, su vida, hasta convertirse en una muñequita triste, huesitos y piel transparente, que, aterrada, no acierta a explicarse lo que le sucede, no comprende por qué antes corría, jugaba, saltaba por parques, playas y jardines con otros niños y ahora tiene que estar en ese cuarto de hospital, sin poder moverse de la cama, rodeada de enfermeras, de hombres vestidos de blanco que la observan, la palpan, la punzan, y de sus padres que cada vez hablan menos, que envejecen cada día a su cabecera, que la miran convulsivamente, como algo que va dejando de ser suyo. Ignorante, inocente, está ya mordida por la muerte y, un día, de pronto, ya no vuelve a ver a sus padres, ni el oso de peluche con que dormía, ni ese librito con figuras, ni la jeringa que temía, ni nada. Toda ánima, todo soplo la abandona, queda arrugada, hueca, vana, pura envoltura, como un globo de fiesta desinflado.

La última vez que la vi, antes de su entrada definitiva al hospital, fue en su casa. Ya entonces, a pesar de una leve mejoría, se diría que no vivía sino que mimaba la vida. Le habían comprado un disfraz de española. Encantada se lo puso y dio un paseo por la sala, representando así, fugaz, vicariamente, un papel de adulta, de una adultez que nunca llegaría.

¿Por qué nos aflije tanto la muerte de un niño? ¿No es acaso lo mismo morir a los ocho años que a los treinta o los cincuenta? No, porque con los niños muere un proyecto, una posibilidad, mientras que con los adultos muere algo ya consumado. La muerte de un niño es un despilfarro de la naturaleza, la de un adulto el precio que se paga por un bien que se disfrutó.

Julio Ramón Ribeyro

Tuve que correr


Tuve que correr
cuando la vida dijo: "ve"
No hubo manera de pararme


Correr que fue volar
beber de un solo trago todo el mar
Y no sació mi sed el agua
Tomé el sendero sin saber
que me alejaba para no volver


Dulce como miel
probar el roce de su piel
Ella en el suelo, yo en el aire

Dulce pero cruel
llenó mi mundo de papel
Jamás pensé que llegaría a helarme
que perdería el calor
y con el tiempo la razón


En el camino tropecé
con esa piedra desde la que arranqué
Tomé el sendero sin saber
que me alejaba para no volver


En el camino encontré
lo que jamás pensé tener
Tuve que correr
cuando en el viento pude oir
que igual que vine habría de marcharme

que como vine habría de marcharme


Antonio Vega

7 de septiembre de 2015

Henri Rousseau, “El Aduanero”


Henri Rousseau

(por El Ojo en el Cielo)

El impostor

La llamada Ley de la Memoria Histórica se reveló muy pronto como lo que era: una ley insuficiente y fría con las víctimas, que parece menos concebida por la izquierda para solucionar el problema del pasado que para mantenerlo vivo durante mucho tiempo y, mientras tanto, poder usarlo contra la derecha. De todas maneras, en el fondo da un poco lo mismo, porque esa ley hace tiempo que no se aplica, según el actual gobierno de derecha porque no hay dinero para aplicarla, y muchas de las asociaciones que florecieron en la década anterior, enzarzadas por lo demás y desde muy pronto en discusiones bizantinas e incomprensibles peleas internas, han desaparecido o manotean en dique seco, sin fondos y quizá sin futuro, como le ocurre a la propia Amical. El juez Garzón, por su parte, creyó que era posible hacer lo que se proponía hacer, pero se equivocaba: en febrero de 2012 fue condenado a once años de inhabilitación y expulsado de la judicatura, en teoría por su modo de rastrear una organización que financiaba de forma ilegal al partido en el gobierno y en la práctica por eso mismo, pero sobre todo por pretender investigar los crímenes del franquismo, por haberse ganado demasiados enemigos y demasiado poderosos y en definitiva por meter las narices donde no le llamaban. Mientras tanto, los cadáveres de los asesinados siguen en las fosas comunes y en las cunetas -la llamada Ley de la Memoria Histórica no asumía las exhumaciones sino que las subvencionaba, y las subvenciones se han acabado-, las víctimas no obtendrán una reparación total y este país nunca romperá del todo con su pasado ni lo asumirá del todo ni eliminará del todo la mentira que está en el origen o en el fundamento de todo, nunca se reconocerá o se conocerá a sí mismo como lo que fue, es decir como lo que es, los españoles no tendremos nuestra Vergangenheitsbewältigung. No, como mínimo, hasta que el pasado vuelva otra vez. Sólo que cuando vuelva ya será demasiado tarde, al menos para las víctimas.

Esto es lo que hay. La industria de la memoria resultó letal para la memoria, o para eso que llamábamos memoria y que era apenas un cobarde eufemismo. Fue tal vez la última oportunidad, y la perdimos. Lo peor es creer que uno se salva por haberse salvado: quizá durante años la ficción nos salvó, del mismo modo que durante años salvó a Marco y a don Quijote; pero al final quizá sólo la realidad pueda salvarnos, del mismo modo que al final la realidad salvó a don Quijote devolviéndole a Alonso Quijano y quizá salve a Marco devolviéndole al verdadero Marco. Suponiendo que tengamos salvación, claro está: Cervantes salvó a Alonso Quijano y, sin saberlo o sin reconocerlo, quizá yo estoy haciendo lo posible en este libro por salvar a Marco. La pregunta es: ¿quién nos salvará a nosotros? ¿Quién, al menos, hará lo posible por salvarnos? La respuesta es: nadie.

Javier Cercas

La gran broma final


Dejan los tambores de sonar
y un gong anuncia la retirada
Se discute la capitulación
mientras se aproximan carcajadas
Obtuve un premio por miedo a padecer
de cinco años de indolencia
Es la semana grande de la crueldad
y en nuestro honor celebran una fiesta

Yo me limitaba a contemplar
la misma grieta de la pared
Alguien dijo "habrá que demoler"
no sé cómo no lo vi llegar
Era el día de la gran broma final

Ha cundido el pánico en Madrid
salen fotos en la prensa rosa
En la alfombra roja habla el director
él sabe cómo se hacen bien las cosas
Puede que el tiempo te dé la razón
pero no queda tiempo; hoy es el día
en que dos planetas se estrellarán
mientras tú concedes entrevistas

Y ahora ya me empiezo a preguntar
cuál de estos chistes es el mejor
El del día en que te hablé de amor
sabiendo que daban temporal
o el del día de la gran broma final

Como un mar me presenté ante ti
en parte agua y en parte sal
Lo que no se puede desunir
es lo que nos habrá de separar
en el día de la gran broma final
Hay quien decía que era
grande y fuerte nuestro amor
y lo era igual que las Torres Gemelas
allá en Nueva York

Y cuando sabes que algo puede ir mal
y estallará bajo tu nariz
Cuando no es posible ser feliz
y te asustas como un animal
Es el día de la gran broma final

Cuando te griten con rabia
que tu amor entero fue una estafa
y tú protestes y no quede un alma allí para escuchar
Cuando ya no queden ritos
suene un golpe seco y casi un grito
y luego "ya no te molestes,

ya no hay nada que arreglar"
Es el día de la gran broma final


Ya nada será igual
tras el día de la gran broma final

Nacho Vegas

1 de agosto de 2015

Las Ruinas de la Memoria (y II)




Mejor Manolo

Al principio, lo único que pasó fue el tiempo. Y después de pasar el tiempo, mi madre se quedó embarazada y luego llegó la Chirli, y con ella nuestra vida cambió tanto que casi nadie se acordaba del Secarral, salvo a fin de mes, cuando mi madre, primero embarazada y luego dando de mamar a la Chirli, miraba los papeles del banco, veía todo el dinero que debíamos y que todavía debemos, y decía moviendo la cabeza: «Ay, el apartamento de tu padre…» Así es mi madre, con nosotros hace lo mismo, cuando nuestra popularidad cae bajo mínimos porque lo normal (siempre según ella) es que seamos insoportables, le dice a mi padre: «Manolo, diles algo a tus hijos.» Pues eso, a estas alturas, el apartamento era de mi padre y sólo de mi padre, y más desde que el Pichón empezó a salir en la tele porque las obras de todos sus secarrales, el nuestro incluido, se habían quedado paralizadas. Al principio, a nosotros nos hacía bastante ilusión que en el telediario salieran imágenes de nuestro secarral, yo y el Imbécil nos sentíamos bastante en el epicentro de la noticia. A mi madre lo que le hacía ilusión es que dijeran que el Pichón no tenía permisos para llevar el agua hasta el secarral. Siempre decía: «Lo sabía, yo, lo del agua, ya lo sabía.»

Al final, siguiendo órdenes de mi abuelo, acabamos quitando la tele cada vez que salían secarrales porque era ver la cara del Pichón y mis padres empezar a pelearse: en persona, si estaba mi padre, y si no estaba, por el móvil, porque mi madre le llamaba para decirle: «Lo sabía, yo, lo del agua, ya lo sabía.»

Un día, el Imbécil le dijo a mi abuelo Nicolás:


-Abu, si se separan yo me quedo contigo.

Y yo le dije que de eso nada, que yo era el mayor y era el que elegía, y que el abuelo de siempre había sido más mío porque llegué antes a este planeta. Nos pusimos a pelearnos nosotros también y mi abuelo nos dijo que no nos hiciéramos ilusiones, que en nuestra casa no teníamos dinero para separarnos unos de otros y que, entonces, más nos valía llevarnos bien. Y lo dijo tan en serio que todos nos callamos. Mi madre, mi padre, yo, el Imbécil, y hasta la Chirli, que estaba cantando en ese momento la música de un anuncio. Y dijo mi abuelo que si no fuera porque en la casa de Mota del Cuervo (Cuenca) no hay calefacción ni le funciona la fontanería del váter el que se iba a separar de nosotros iba a ser él. Como verás, somos multipropietarios pero todas nuestras propiedades están hechas una porquería.

Elvira Lindo

Antonio Machado. Los mundos sutiles


Eduardo Chapero-Jackson

7 de junio de 2015

Verano


Joaquín Sorolla


Como llenarte, soledad

Cómo llenarte, soledad,
sino contigo misma...

De niño, entre las pobres guaridas de la tierra,
quieto en ángulo oscuro,
buscaba en ti, encendida guirnalda,
mis auroras futuras y furtivos nocturnos,
y en ti los vislumbraba,
naturales y exactos, también libres y fieles,
a semejanza mía,
a semejanza tuya, eterna soledad.

Me perdí luego por la tierra injusta
como quien busca amigos o ignorados amantes;
diverso con el mundo,
fui luz serena y anhelo desbocado,
y en la lluvia sombría o en el sol evidente
quería una verdad que a ti te traicionase,
olvidando en mi afán
cómo las alas fugitivas su propia nube crean.

Y al velarse a mis ojos
con nubes sobre nubes de otoño desbordado
la luz de aquellos días en ti misma entrevistos,
te negué por bien poco;
por menudos amores ni ciertos ni fingidos,
por quietas amistades de sillón y de gesto,
por un nombre de reducida cola en un mundo fantasma,
por los viejos placeres prohibidos
como los permitidos nauseabundos,
útiles solamente para el elegante salón susurrado,
en bocas de mentira y palabras de hielo.

Por ti me encuentro ahora el eco de la antigua persona
que yo fui,
que yo mismo manché con aquellas juveniles traiciones;
por ti me encuentro ahora, constelados hallazgos,
limpios de otro deseo,
el sol, mi dios, la noche rumorosa,
la lluvia, intimidad de siempre,
el bosque y su alentar pagano,
el mar, el mar como su nombre hermoso;
y sobre todo ellos,
cuerpo oscuro y esbelto,
te encuentro a ti, tú, soledad tan mía,
y tú me das fuerza y debilidad
como el ave cansada los brazos de la piedra.

Acodado al balcón miro insaciable el oleaje,
oigo sus oscuras imprecaciones,
contemplo sus blancas caricias;
y erguido desde cuna vigilante
soy en la noche un diamante que gira advirtiendo a los hombres,
por quienes vivo, aún cuando no los vea;
y así, lejos de ellos,
ya olvidados sus nombres, los amo en muchedumbres,
roncas y violentas como el mar, mi morada,
puras ante la espera de una revolución ardiente
o rendidas y dóciles, como el mar sabe serlo
cuando toca la hora de reposo que su fuerza conquista.

Tú, verdad solitaria,
transparente pasión, mi soledad de siempre,
eres inmenso abrazo;
el sol, el mar,
la oscuridad, la estepa,
el hombre y su deseo,
la airada muchedumbre,
¿qué son sino tú misma?

Por ti, mi soledad, los busqué un día;
en ti, mi soledad, los amo ahora.


Luis Cernuda

Si te lo tengo que explicar


Si algo hice mal
te lo has cobrao con creces
y una canción más
para quien no se lo merece

Ya aterrizarás
suerte
y diselo a los demás
están deseando que les cuentes

Menos mal que a las ocho
en el portal está el de siempre
con un billete al mar
para que el aire me entre

Si te lo tengo que explicar
que la vida te lo cuente
que a la vuelta de la esquina
va y te hinca el diente

Lo tendré que cantar
por lo menos mil veces
para que la herida cure
y cierre

Menos mal que a las ocho
en el portal está el de siempre
con un billete al mar
para que el aire me entre

Vicky Gastelo

1 de junio de 2015

The Execution of Emperor Maximilian



Édouard Manet

La luz no te recuerda

Entra la luz hoy en el cuarto como
entraba la otra tarde. Pero no
nos encuentra aquí juntos de nuevo: no has venido.
Yo puedo recordarte.
Y te recuerdo, a solas, en esta habitación
-llena de nada ahora- que entonces compartimos.
Las palabras que hablamos, la música, tu risa,
y lo que entre nosotros sucedió en esas horas,
siguen viviendo en mí.
Pero la luz no te recuerda, porque
la luz ama el presente. Regresa sin memoria
a la estancia vacía. Y ya no sabe
que se enredó en tu pelo y que brilló en tus ojos,
que, a la vez que mis manos minuciosas, anduvo
despacio por tu cuerpo.

No, la luz no recuerda
haber estado aquí, contigo, con nosotros.
Llega, alegre y dorada,
al lugar en que ardiera la otra tarde la vida.
Y únicamente encuentra en su silencio
a un hombre recordando, recordándote:
un hombre triste, y derrotado, y solo.

Eloy Sánchez Rosillo

Sunday Morning Birds


I love the taste of tangerine
when I taste it on your lips
my tongue licks them clean.

I couldn´t tell which part of you
I am more scared to lose
your flesh, your love.

If you've planned to let me go I wanna know why
If I have to go I wanna know why.
Sunday morning skies took a shining to you,
Sunday morning birds singing hallelujah.

Driving back home I sing along
to the words in every song
about love that's gone.

Under the Sun of tangerine
last night is but a dream
of blue and gold.


Pájaro Sunrise

14 de mayo de 2015

Inmaculada Concepción


Diego Velázquez

Los sufrimientos del joven Werther

Crucé el patio hacia la bien construida casa, y cuando había bajado los escalones que había delante, y me acercaba a la puerta, me encontré a la vista del más encantador espectáculo que he visto jamás. En la antesala revoloteaban seis niños de once a seis años en torno a una joven de hermosa figura, estatura mediana, que llevaba un sencillo traje blanco con lazos rosa en las mangas y el pecho. Tenía un pan negro y les iba cortando su trozo a cada cual de los pequeños que la rodeaban, en proporción a su edad y apetito, dándoselo con alegría: todos gritaban sinceramente su ¡gracias!, después de haber tendido las manitas hacia lo alto mientras que se lo cortaba; y luego, contentos con su merienda, o se marchaban dando saltos, o, siguiendo un carácter más tranquilo, salían a la puerta a ver el coche y los forasteros con quienes se iba a marchar Charlotte.

Johann Wolfgang Goethe

La Envidia


7 de mayo de 2015

La Transfiguración


Rafael Sanzio


No volveré a ser joven

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.

Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.

Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.


Jaime Gil de Biedma

Sólo luz


Somos sólo luz,
dos cobardes que no encuentran la manera,
dos idiotas que no saben cómo hacer
una vida con la vida que les queda.

No hicimos pie, y casi nos ahogamos sin saber qué hacer,
los dos nos abrazamos sin tenernos fe,
sin tenerlo nada claro.

Hay lodo y humedad por encima de todo
y una foto con cara de bobos
y el rencor al dolor del amor que no acaba del todo.
Hay nada, la presión contra el pecho y las alas,
tu mirada entre tantas miradas,
la razón de que no se cruzaran es sólo un misterio que no vale nada.

Somos sólo luz,
personajes que abandonarán la escena,
y el cuento que ha vuelto a ocurrir,
no nos quedan ya finales ni inocencia.
No hicimos pie, y casi nos ahogamos sin saber qué hacer,
los dos nos abrazamos sin tenernos fe,
sin tenerlo nada claro.

Somos sólo luz,
personajes que abandonarán la escena,
dos idiotas que no saben cómo hacer
una vida con la vida que les queda.


Funambulista

1 de mayo de 2015

Iglesia de San Juan de Baños en Palencia





El hundimiento



You And I


You and I
We might be strangers
However close we get sometimes
It’s like we never met

But you and I
I think we can take it
All the good with the bad
Make something that no one else has but

You and I
You and I

Me and you
What can we do
When the words we use sometimes
Are misconstrued

I won’t guess
What’s coming next
I can’t ever tell
You’re the deepest well I’ve ever fallen into

Oh, I don’t want to know
Oh, I don’t want to know
Oh, I don’t need to know
Everything about you

Oh, I don’t want to know
And you don’t need to know
That much about me

You and I
We might be strangers
However close we get sometimes
It’s like we never met

But you and I
I think we can take it
All the good with the bad
Make something that no one else has

You and I


Wilco

14 de abril de 2015

Un jardín en Córdoba


El mercader de Venecia (Acto III - Escena I)

Salarino:
Hay más diferencia entre tu carne y la suya que entre el azabache y el marfil; más entre vuestras sangres, que entre el vino tinto y el del Rin. Pero dinos, ¿has oído si Antonio ha tenido alguna pérdida en el mar, o no?

Shylock:

Ahí tengo otro mal asunto: uno en quiebra, un pródigo, que apenas se atreve a asomar la cabeza en el Rialto; un mendigo, que venía a la plaza tan endomingado: ¡pues que se fije en su compromiso! Él solía llamarme usurero: ¡que se fije en su compromiso! Él prestaba dinero a cambio de una cortesía cristiana: ¡pues que se fije en su compromiso!

Salarino:

Bueno, estoy seguro de que si no cumple, no querrás su carne: ¿para qué sirve?

Shylock:

Para cebo de pesca: si no alimenta otra cosa, alimentará mi venganza. Me ha infamado, y me ha estorbado ganar medio millón: se ha reído de mis pérdidas, ha insultado a mi raza, ha estropeado mis tratos, ha enfriado a mis amigos, ha acalorado a mis enemigos: y ¿por qué razón? Soy judío. Un judío ¿no tiene ojos? ¿No tiene un judío manos, órganos, dimensiones, sentidos, afectos, pasiones? ¿No se alimenta con la misma comida, no es herido por las mismas armas, no está sujeto a las mismas enfermedades, no se cura por los mismos medios, no se enfría y se calienta con el mismo invierno y el mismo verano que un cristiano? Si nos pincháis, ¿no sangramos? Si nos hacéis cosquillas, ¿no nos reímos? Y si nos ofendéis ¿no nos vamos a vengar? Si somos como vosotros en lo demás, nos pareceremos a vosotros en eso. Si un judío ofende a un cristiano, ¿cuál es la humildad de este? La venganza. Si un cristiano ofende a un judío, ¿cuál habría de ser su paciencia, según el modelo cristiano? Pues la venganza. La villanía que me enseñáis, la voy a ejecutar, y difícil será que no mejore la enseñanza.

William Shakespeare

El Vicio


1 de abril de 2015

La Crucifixión


Giovanni Battista Tiepolo

Otro tiempo

Los rosales del patio
han perdido la luz
y la infancia,
tan sólo hay abandono,
lágrimas, silencio,
la huella de un espejo,
una tristeza, el recuerdo
de otro tiempo...
las fotografías son ahora
un breve bosquejo,
un trazo cruel
de aquella vida,
de esta memoria
perdida.


Ya verás


No debí saber quién eras
no debí contar mis penas.
Noviembre siempre triste
y tú viniste proponiendo guerra.

Qué cosas se te ocurren, tú siempre tan concreta:
y si volvemos a empezar, ¿qué tal?
Yo sin saber dónde mirar
...y tú tan guapa.

Ya verás como me olvidas
y te encuentro en cualquier bar pegando saltos de alegría
y me dices que lo nuestro no era lo que merecías,
seré cosas que se cuentan, vueltas de la vida.

Que yo te vi primero, sobraba lo demás y cuando menos debo
te vuelves a cruzar, se cae el mundo al suelo,
que tengo lo que tengo, debo lo que debo
y quiero lo que quiero.

Como si no hubiera pasado el tiempo y fuera ayer,
voy a acercarme lento esta vez
yo ya sabiendo que te irás
...y tú tan guapa.

Ya verás como me olvidas
y te encuentro en cualquier bar pegando saltos de alegría
y me dices que lo nuestro no era lo que merecías,
seré cosas que se cuentan, vueltas de la vida.


Funambulista
(con Andrés Suárez)

17 de marzo de 2015

San Antonio Abad y san Pablo, primer ermitaño


Diego Velázquez

Diario (9-11-2014)

Nos estamos convirtiendo en máquinas, nos hemos insensibilizado al sufrimiento ajeno, estamos bombardeados a diario con noticias de guerras, enfermedades, accidentes... ya nos hemos acostumbrado, pensamos que es terrible y lo asimilamos de forma casi automática antes de seguir con nuestra rutina, pero no empatizamos, no sentimos el vacío de las vidas que se van, el dolor de las familias. Hasta que nos toca de cerca, claro, entonces leemos la noticia en el periódico muy despacio, revisando cada palabra y viendo las fotografías con un nudo en el pecho, con una sensación de ingravidez, como si hubiésemos tomado en ese preciso momento conciencia del mundo y de lo efímero de nuestra naturaleza, de que nada es seguro, de que todos los problemas que tenemos no son nada, de que no somos nada.

Y sin saber bien porqué te acuerdas del Ébola, que no hace mucho abría todos los informativos y era prioridad absoluta; ahora está fuera de nuestra realidad, ya ha pasado a segundo plano, ya no nos importa tanto, sin embargo en África siguen muriendo personas a diario. Y te sientes como una mierda, piensas que no hace falta un infierno después de la muerte porque ya está aquí, la falta real de empatía y sensibilidad -con otras personas, con los animales, con la propia naturaleza- es nuestra condena a la extinción.

Pese a todo quieres pensar que no es tarde, que podemos cambiar, que de alguna forma estamos a tiempo de ser mejores, de hacer nuestro mundo más agradable, de ayudar cuando se pueda, de sentir a los demás, con pequeños gestos, con sinceridad, con humanidad... al fin y al cabo es lo único que nos queda.


Poderes Mágicos


Órbita Laika es un programa de divulgación científica con un toque de humor presentado por Ángel Martín. Si tenéis un poquito aparcado el tema de la ciencia y os apetece recordar y aprender algunas cosas mientras pasáis un buen rato, este es vuestro sitio.

7 de marzo de 2015

El Paraíso / Adán y Eva



La felicidad en "Parerga y Paralipómena"

La paz, la tranquilidad y la felicidad habitan sólo allí
donde no haya ningún dónde ni ningún cuándo.

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En este mundo donde no existe estabilidad de ninguna clase, donde ningún estado es duradero sino que todo se halla inmerso en un torbellino de incesantes cambios; en este mundo donde todo se apresura, todo vuela y se sostiene como sobre una cuerda floja, mediante continuos pasos y movimientos; en un mundo así, la felicidad no es ni siquiera pensable. No puede habitar allí donde no hay lugar más que para el "constante devenir y nunca ser" de Platón. Nadie es feliz, sino que tiende durante toda su vida a una supuesta felicidad que rara vez alcanza, y cuando lo hace, es solo para experimentar un gran desengaño: por lo general, todos acabamos naufragando, y si llegamos a puerto es con la nave desarbolada.

Arthur Schopenhauer