El resultado de mis predicaciones no había sido pasado por alto por el emperador, no era difícil saber que en los próximos días sería prendido, acusado de idolatría y ejecutado. Recogí mis pocas pertenencias y me dispuse a abandonar la ciudad al alba, para no alterar el orden público. Tras un largo trecho de la Vía Apia vislumbré un fulgor en la distancia... al aproximarme reconocí su figura, cargaba una cruz.
Ya sabía el porqué de su presencia, con cierta resignación y asumiendo mi tarea pregunté:
Yo tenía un botón sin ojal, un gusano de seda, medio par de zapatos de clown y un alma en almoneda, una hispano olivetti con caries, un tren con retraso, un carné del Atleti, una cara de culo de vaso,
un colegio de pago, un compás, una mesa camilla, una nuez, o bocado de Adán, menos una costilla, una bici diabética, un cúmulo, un cirro, una strato, un camello del rey Baltasar, una gata sin gato,
mi Annie Hall, mi Gioconda, mi Wendy, las damas primero, mi Cantinflas, mi Bola de Nieve, mis tres Mosqueteros, mi Tintín, mi yo-yo, mi azulete, mi siete de copas, el zaguán donde te desnudé sin quitarte la ropa.
Mi escondite, mi clave de sol, mi reloj de pulsera, una lámpara de Alí Babá dentro de una chistera, no sabía que la primavera duraba un segundo, yo quería escribir la canción más hermosa del mundo.
Les presento a mi abuelo bastardo, a mi esposa soltera, al padrino que me apadrinó en la legión extranjera, a mi hermano gemelo, patrón de la merca ambulante, a Simbad el marino que tuvo un sobrino cantante,
al putón de mi prima Carlota y su perro salchicha, a mi chupa de cota de mallas contra la desdicha, mariposas que cazan en sueños los niños con granos cuando sueñan que abrazan a Venus de Milo sin manos.
Me libré de los tontos por ciento, del cuento del bisnes, dando clases en una academia de cantos de cisne, con Simón de Cirene hice un tour por el monte Calvario, ¿qué harías tú si Adelita se fuera con un comisario?
Frente al cabo de poca esperanza arrié mi bandera, si me pierdo de vista esperadme en la lista de espera, heredé una botella de ron de un clochard moribundo, olvidé la lección a la vuelta de un coma profundo.
Nunca pude cantar de un tirón la canción de las babas del mar, del relámpago en vena, de las lágrimas para llorar cuando valga la pena, de la página encinta en el vientre de un bloc trotamundos, de la gota de tinta en el himno de los iracundos.
Yo quería escribir la canción más hermosa del mundo.
Me da vértigo el punto muerto y la marcha atrás, vivir en los atascos, los frenos automáticos y el olor a gasoil. Me angustia el cruce de miradas la doble dirección de las palabras y el obsceno guiñar de los semáforos. Me da pena la vida, los cambios de sentido, las señales de stop y los pasos perdidos. Me agobian las medianas, las frases que están hechas, los que nunca saludan y los malos profetas. Me fatigan los dioses bajados del Olimpo a conquistar la Tierra y los necios de espíritu. Me entristecen quienes me venden clines en los pasos de cebra, los que enferman de cáncer y los que sólo son simples marionetas.
Me aplasta la hermosura de los cuerpos perfectos, las sirenas que ululan en las noches de fiesta, los códigos de barras, el baile de etiquetas. Me arruinan las prisas y las faltas de estilo, el paso obligatorio, las tardes de domingo y hasta la línea recta. Me enervan los que no tienen dudas y aquellos que se aferran a sus ideales sobre los de cualquiera. Me cansa tanto tráfico y tanto sinsentido, parado frente al mar mientras que el mundo gira.
Vive mirando una estrella siempre en estado de espera. Bebe a la noche ginebra para encontrarse con ella. Sueña con su calavera y viene un perro y se la lleva, y aleja las pesadillas dejando en un agujero unas flores amarillas pa' acordarse de su pelo.
Sueña que sueña con ella y si en el infierno le espera... Quiero fundirme en tu fuego como si fuese de cera.
Antes de hacer la maleta y pasar la vida entre andenes, deja entrar a los ratones para tener quien le espere.
Sueña con su melena y viene el viento y se la lleva, y desde entonces su cabeza sólo quiere alzar el vuelo, y bebe rubia la cerveza pa' acordarse de su pelo.
Sueña que sueña la estrella siempre en estado de espera; vuelve a coger la botella y pasa las noches en vela,
Y los que creían en el Señor aumentaban más, gran número así de hombres como de mujeres; tanto que sacaban los enfermos a las calles, y los ponían en camas y lechos, para que al pasar Pedro, a lo menos su sombra cayese sobre alguno de ellos. Y aun de las ciudades vecinas muchos venían a Jerusalén, trayendo enfermos y atormentados de espíritus inmundos; y todos eran sanados.
Las golondrinas llegaron al campanario también esa primavera, ajenas a todo comenzaron con sus vuelos, sus nidos, sus vidas de pájaros. La gente seguía su ruta bajo sus alas, pero algo había cambiado en aquel pueblo; las golondrinas echaban de menos a la gente pequeña, nadie corría, nadie jugaba, nadie alborotaba el silencio. Dispuestas a resolver ese enigma se dividieron en bandadas e investigaron a fondo el pueblo y sus alrededores.
Tan sólo encontraron un edicto que rezaba: "Prohibidos los flautistas".
No das respuestas ni luz a mi jardín, y no hay guerrero que descanse en ti. No hay luna de agosto, ni lluvia de abril, que no haya dormido antes en ti.
Eres pequeña como una estrella fugaz, como el universo antes de estallar. Vuelas como la risa, como el diente de león. Si yo te miento, tú lo haces mejor.
Ahora dime qué te han de ofrecer las tardes perdidas, tu sangre en mi piel, la casa cansada, la manta en el sofá, la tele encendida, las ganas de llorar. Y ahora dime qué te van a dar la paz en tu vientre, el fondo del mar, gaviotas cansadas, mi sombra en el sofá, la brasa encendida, las ganas de matar.
Eres la copa rota, el mar en que me adentro, viento que susurra, el tálamo desecho, ácido en mis ojos, el café de mis mañanas, la mano en el sexo, el rumor de batalla.
No das respuestas ni luz a mi jardín, y no hay guerrero que descanse en ti. No hay luna de agosto, ni lluvia de abril, que no haya dormido antes en ti.
Unos años después, las amazonas, una fiera raza de mujeres guerreras de Asia, invadieron Grecia y atacaron Atenas. Gracias a los consejos de la diosa Atenea, Teseo consiguió derrotarlas; pero, desde entonces, alardeó siempre de su coraje.
Un día, su amigo Pirítoo le dijo: -Estoy enamorado de una hermosa mujer. ¿Me ayudarás a casarme con ella? -Por supuesto -contestó Teseo-. ¿No soy el rey más valiente que existe? ¡Mira lo que les hice a las amazonas! ¡Mira lo que le hice a Minotauro! ¿Quién es esa mujer? -Perséfone, la hija de Deméter -contestó Pirítoo. -¿En serio? ¡Pero si Perséfone ya está casada con el rey Hades, dios de la muerte! -Lo sé, pero ella odia a Hades y quiere tener hijos. Y no puede tenerlos con el dios de la muerte. -Parece una aventura bastante arriesgada -consideró Teseo, poniéndose pálido. -¿No eres el rey más valiente que existe? -Lo soy. -¡Entonces, vamos!
Cogieron sus espadas y, por la puerta lateral, descendieron hasta el Tártaro. Allí, le dieron al can Cerbero tres pasteles con jugo de amapola para adormilarlo. Luego, Pirítoo golpeó con los nudillos la puerta del palacio de Hades y entraron. Hades preguntó sorprendido: -¿Quiénes sois, mortales, y qué queréis? -Yo soy Teseo, el rey más valiente que existe. Éste es mi amigo Pirítoo, que cree que la reina Perséfone es demasiado buena para ti. Y quiere casarse con ella -le dijo Teseo.
Por derecho tengo el lado bueno de tu espalda suelo estar desafinado entre la gente viajo más de lo que debo, debería beber menos por favor aún no te vistas, no te vayas Por amor dejé a mi hermano con mi hermana por la infancia sé lo que es felicidad Una noche vi una luna que miraba y bailamos en secreto sobre el mar Tengo 26, soy feliz así, tengo tres amigos, dos hermanos, nada suelto No sé qué decir, nunca creí en dios soy fruto de un cuento que escribió mi padre, mi madre lo cantó
Por los libros que sostuve me mantengo llevo con la voz un acento de sal he llorado con un beso no robado por remar junto a mi padre soy verdad En esta vida vi salir del agua a mil delfines rezar a dioses que no existen pero matan a gente Fui con la guitarra hasta Madrid eché de menos a mis padres eché de más algunos bares... viví feliz
Mis canciones han viajado más que yo, han besado más que yo, sonarán cuando yo no Nunca me ha faltado nada, el amor fue mi casa y mi colchón, una playa enamorada He aprendido a perder, he visto la luna en Montmartre he visto a una niña que es madre, he visto a un hombre que es mujer Me alejé sin querer, me he visto muerto en un lavabo por la corriente arrastrado sin saberlo, me alejé He visto como al llover casi a diario nace un verde sobre el asfalto he visto gente que ha caído por volar He oído cantar a mi madre cuando aún yo no podía
Tengo 26, soy feliz así, tengo tres amigos, dos hermanos, nada suelto No sé qué decir, nunca creí en dios soy fruto de un cuento que escribió mi padre, mi madre lo cantó Tengo 26 años y a vivir...
La estrella principal rodó por la escalera entre disparos de flash en un reflejo fugaz de los ochenta.
La entrada triunfal y a la salida te llevan a la parte de atrás como las chicas del servicio de limpieza.
Cuando te ven llorar lágrimas al borde de tu boca para disimular lágrimas a punta de pistola.
En el backstage... hasta quedarte a solas.
¿A qué velocidad escapa lo que damos por perdido, lo que creíamos caído del cielo?
La estrella principal ahuyenta los destinos compartidos y está dispuesta a planear a ras del suelo para justificar lágrimas al borde de tu boca, para disimular lágrimas a punta de pistola.