30 de agosto de 2012

Autorretrato en el tocador


Zinaida Serebriakova

27 de agosto de 2012

Rima XVII

Hoy la tierra y los cielos me sonríen;
hoy llega al fondo de mi alma el sol;
hoy la he visto..., la he visto y me ha mirado...
¡Hoy creo en Dios! 

Gustavo Adolfo Bécquer

24 de agosto de 2012

Km. 0


Madrid, deshabitado como mi colchón
el verano en que me hice mayor,
y ella que ya no llama.

Tanta ciudad y tan poco por hacer,
gente que sueña su siesta y que
mira por la ventana.

Gente que miente por un trozo de calor,
que reza por que pare el ascensor,
atrapado contigo.

Madres que pierden a sus hijos al nacer,
buscando entre tus piernas lo que ayer
han dado por perdido.

Kilómetro Cero,
respira en el centro de la ciudad
el alma que se pierde al escapar.
Kilómetro Cero,
comienzo de los días que han de venir,
la lluvia que se derrama por ti.

Bares en los que la calma y la cerveza
salvan nuestra vida, y mi cabeza
soñando estar bajo tu ropa.

Promesas que se dicen en la cama,
luces que se clavan en tu espalda,
deja que yo te vista ahora.

Bajo unas ruedas mi mala sombra arrojaré,
quizás así interprete ese papel
en el que soy tu abrigo.

Mujeres que quizás hoy no puedas pagar
cuestionan con sus labios la verdad
de que aún seguimos vivos.

Kilómetro Cero,
respira en el centro de la ciudad
el alma que se pierde al escapar.
Kilómetro Cero,
comienzo de los días que han de venir,
la lluvia que se derrama por ti.

Kilómetro Cero,
respira en el centro de la ciudad
el alma que se pierde al escapar.
Kilómetro Cero,
comienzo de los días que vendrán,
la calma que nos trae tu tempestad.

Ismael Serrano
(con Javier Bergia)

22 de agosto de 2012

El martirio de Santa Úrsula


Caravaggio

20 de agosto de 2012

No sirves para nada

Cuando yo era pequeño
estaba siempre triste,
y mi padre decía,
mirándome y moviendo
la cabeza: hijo mío,
no sirves para nada.

Después me fui al colegio
con pan y con adioses,
pero me acompañaba
la tristeza. El maestro
graznó: pequeño niño,
no sirves para nada.

Vino, luego, la guerra,
la muerte -yo la vi-
y cuando hubo pasado
y todos la olvidaron,
yo, triste, seguí oyendo:
no sirves para nada.

Y cuando me pusieron
los pantalones largos,
la tristeza en seguida
cambió de pantalones.
Mis amigos dijeron:
no sirves para nada.

En la calle, en las aulas,
odiando y aprendiendo
la injusticia y sus leyes,
me perseguía siempre
la triste cantinela:
no sirves para nada.

De tristeza en tristeza
caí por los peldaños
de la vida. Y un día,
la muchacha que amo
me dijo -y era alegre-:
no sirves para nada.

Ahora vivo con ella,
voy limpio y bien peinado.
Tenemos una niña
a la que, a veces, digo
-también con alegría-:
no sirves para nada.

José Agustín Goytisolo

15 de agosto de 2012

Skyline


Lo doy por empezado, está por terminar,
me hice maestro en el don de la inoportunidad,
de ir con el paso cambiado.

Empezaré pensando que todo acaba bien,
pierdo consistencia según se acerca el vuelo
que te va a traer, de vuelta a mis brazos.
Tú vas en dirección opuesta, y no pierdo la fe.

Quiero ver el Skyline contigo,
quiero ser quien te ofrezca su abrigo
cuando quieras calor.

Voy a soltar el nudo, no sé si respirar,
voy a templar los miedos, te esperaré
en el banquillo.

Apareces y desapareces,
desconozco el sabor que me ofreces,
vuelvo a beber, tragos amargos.
Tú manejas las distancias cortas,
a mí no se me da bien.

Quiero ver el Skyline contigo,
quiero ser quien te ofrezca su abrigo
cuando quieras calor.

Quiero ver el Skyline contigo,
y colocar cada estrella en su sitio
si me pides calor.

Quiero ver el Skyline contigo,
quiero ser quien te ofrezca su abrigo
cuando quieras calor.

Los Madison

12 de agosto de 2012

10 de agosto de 2012

Déjame en paz, Amor tirano

Ciego que apuntas y atinas,
caduco dios, y rapaz,
vendado que me has vendido,
y niño mayor de edad,
por el alma de tu madre
-qué murió, siendo inmortal,
de envidia de mi señora-,
que no me persigas más.
Déjame en paz, Amor tirano,
déjame en paz.

Baste el tiempo mal gastado
que he seguido a mi pesar
tus inquietas banderas,
forajido capitán.
Perdóname, Amor, aquí,
pues yo te perdono allá
cuatro escudos de paciencia,
diez de ventaja en amar.
Déjame en paz, Amor tirano,
déjame en paz.

Amadores desdichados,
que seguís milicia tal,
decidme, ¿qué buena guía
podéis de un ciego sacar?
De un pájaro ¿qué firmeza?
¿Qué esperanza de un rapaz?
¿Qué galardón de un desnudo?
De un tirano, ¿qué piedad?
Déjame en paz, Amor tirano,
déjame en paz.

Diez años desperdicié,
los mejores de mi edad,
en ser labrador de Amor
a costa de mi caudal.
Como aré y sembré, cogí;
aré un alterado mar,
sembré una estéril arena,
cogí vergüenza y afán.
Déjame en paz, Amor tirano,
déjame en paz.

Una torre fabriqué
del viento en la raridad,
mayor que la de Nembrot,
y de confusión igual.
Gloria llamaba a la pena,
a la cárcel libertad,
miel dulce al amargo acíbar,
principio al fin, bien al mal.
Déjame en paz, Amor tirano,
déjame en paz.

Luis de Góngora

8 de agosto de 2012

Crece la hierba


Crece la hierba en el primer cajón
de la estación de primavera.
Hoy nos esperan besos a traición
y ruido de ventanas abiertas.

Arde una estrella entre nosotros dos
que no me deja estar tan cerca.
Si subes la escalera de color
préstame pintura de guerra.

¿Quién necesita una canción de amor
cuando se tiene la violencia en vena?
¿Quién necesita una canción de amor
que viaja en carretera?

Crece la hierba en el primer cajón
de la estación de primavera.
Súbete niña que se enfría la cena.
Y se largó besándome a traición.

Duerme la siesta sobre mi colchón.
Hay una fiesta en mi azotea.
Las flores secas de la habitación.
La cita a ciegas en la recepción.
La última entrega de mi colección
de lunas llenas.

Quique González

3 de agosto de 2012

Muchacha defendiéndose de Eros


William-Adolphe Bouguereau

Abril florecía frente a mi ventana

Abril florecía
frente a mi ventana.
Entre los jazmines
y las rosas blancas
de un balcón florido,
vi las dos hermanas.
La menor cosía,
la mayor hilaba…
Entre los jazmines
y las rosas blancas,
la más pequeñita,
risueña y rosada
-su aguja en el aire-,
miró a mi ventana.

La mayor seguía
silenciosa y pálida,
el huso en su rueca
que el lino enroscaba.
Abril florecía
frente a mi ventana.

Una clara tarde
la mayor lloraba,
entre los jazmines
y las rosas blancas,
y ante el blanco lino
que en su rueca hilaba.
-¿Qué tienes -le dije-
silenciosa pálida?
Señaló el vestido
que empezó la hermana.
En la negra túnica
la aguja brillaba;
sobre el velo blanco,
el dedal de plata.
Señaló a la tarde
de abril que soñaba,
mientras que se oía
tañer de campanas.
Y en la clara tarde
me enseñó sus lágrimas…
Abril florecía
frente a mi ventana.

Fue otro abril alegre
y otra tarde plácida.
El balcón florido
solitario estaba…
Ni la pequeñita
risueña y rosada,
ni la hermana triste,
silenciosa y pálida,
ni la negra túnica,
ni la toca blanca…
Tan sólo en el huso
el lino giraba
por mano invisible,
y en la oscura sala
la luna del limpio
espejo brillaba…
Entre los jazmines

y las rosas blancas
del balcón florido,
me miré en la clara
luna del espejo
que lejos soñaba…
Abril florecía
frente a mi ventana.

Antonio Machado

Desatado


Si tu boca es un cántaro de agua, tengo sed.
Si tus pechos son las nubes por el aire, lluéveme.
Y siente la evanescencia.

Que si Cristo levantara la cabeza,
nadie le daría de beber.
Así se metiera en la caseta de la feria
de la peña "El cargador", que lleva su barrio a cuestas.

No es verdad que el horizonte sea una línea en un trozo de papel,
es un momento robado.
No es verdad que yo te quiera por lo mucho que te sé,
te quiero por otros lados.

Eres todo lo que quiero para mí,
aunque casi no hay cerebro que se olvide del asunto de vivir.
Sólo el Amor es presencia.
Por la noche nace el verbo resistir.
No me pidas que me vaya, sin heridas, a la hora de dormir
y dejes la puerta abierta.

No es verdad que tus mañanas sean las únicas de sed.
Mi rotación no es de nadie.
No es verdad que yo no quiera ser el único habitante de tu piel
y entonces tú seas el aire.

Aunque mis sueños sean todos para ti.
Y que me sienta como dentro de un fusil disparado.
Que cuando no te tengo cerca quiero hervir
y a veces todo como a punto de partir de tu lado.

No es verdad que el horizonte sea una línea en un trozo de papel,
es un momento robado.
No es verdad que yo te quiera por lo mucho que te sé,
te quiero por otros lados.

Aunque mis sueños sean todos para ti.
Y que me sienta como dentro de un fusil disparado.
Que cuando no te tengo cerca quiero hervir,
haciendo puentes con mis modos de vivir desatado.


Carlos Chaouen

2 de agosto de 2012

Duelo a garrotazos


Francisco de Goya

Si consideramos

Si consideramos lo que puede verse:
motores que nos vuelven locos,
amantes que acaban odiándose,
ese pescado que en el mercado
mira fijamente hacia atrás adentrándose en nuestras mentes,
flores podridas, moscas atrapadas en telarañas,
motines, rugidos de leones enjaulados,
payasos enamorados de billetes,
naciones que trasladan a la gente como peones de ajedrez,
ladrones a la luz del día con maravillosas
esposas y vinos por la noche,
las cárceles atestadas,
el tópico de los parados,
hierba moribunda, fuegos insignificantes,
hombres suficientemente viejos como para amar la tumba.

Estas y otras cosas
demuestran que la vida gira sobre un eje podrido.

Pero nos han dejado un poco de música
y un póster clavado en el rincón,
un vaso de whisky, una corbata azul,
un delgado volumen de poemas de Rimbaud,
un caballo que corre como si el diablo le estuviera
retorciendo la cola
sobre la hierba azul y el griterío,
y después, de nuevo, el amor
como un coche que dobla la esquina
puntual,
la ciudad a la espera,
el vino y las flores,
el agua corriendo a través del lago,
y verano e invierno, y verano y verano,
y de nuevo invierno.


Charles Bukowski

Si tú piensas en mí


No sé dónde agarrarme que no se mueva,
he ido plantando flores en arena.
No sé dónde tocarme que no me duela,
mejor será largarse que darte pena.

Si tú piensas en mí,
si no ha dejado de doler.
Si no has vuelto a dormir
como abrazado a mí, en aquel hotel.
Si tú piensas en mí... también.

Nunca he tenido nada que no sufriera,
pero tampoco guardo cosas que no quiera.
¿Por qué a mí no me sale nada a la primera?
Antes tú me curabas y ahora sólo me das guerra.

Si tú piensas en mí,
si no ha dejado de doler.
Si no has vuelto a dormir
como abrazado a mí, en aquel hotel.
Si tú piensas en mí... también.

Si tú piensas en mí,
si no ha dejado de doler.
Si no has vuelto a dormir
como abrazado a mí, en aquel hotel.
Si tú piensas en mí... también.

No sé dónde agarrarme que no se mueva.


Vicky Gastelo

1 de agosto de 2012

Paisajes de la Villa Médici

El mediodía


La tarde


Diego Velázquez


A los caballeros alumnos del Real Seminario Patriótico Vascongado

Oh jóvenes amables,
que en vuestros tiernos años
al templo de Minerva
dirigís vuestros pasos,
seguid, seguid la senda
en que marcháis, guiados,
a la luz de las ciencias,
por profesores sabios.
Aunque el camino sea
ya difícil, ya largo,
lo allana y facilita
el tiempo y el trabajo.
Rompiendo el duro suelo,
con la esteva agobiado,
el Labrador sus Bueyes
guía con paso tardo;
mas al fin llega a verse,
en medio del verano,
de doradas espigas,
como Ceres, rodeado.
A mayores tareas,
a más graves cuidados
es mayor y más dulce
el premio y el descanso.
Tras penosas fatigas,
la labradora mano
¡con qué gusto recoge
los racimos de Baco!
Ea, jóvenes, ea,
seguid, seguid marchando
al templo de Minerva,
a recibir el lauro.
Mas yo sé, caballeros,
que un Joven entre tantos
responderá a mis voces:
"No puedo, que me canso."
Descansa enhorabuena;
¿digo yo lo contrario?
Tan lejos estoy de eso,
que en estos versos trato
de daros un asunto
que instruya deleitando,
los perros y los lobos,
los ratones y gatos,
las zorras y las monas,
los ciervos y caballos
os han de hablar en verso;
pero con juicio tanto,
que sus máximas sean
los consejos más sanos.
Deleitaos en ello,
y con este descanso,
a las serias tareas
volved más alentados.
Ea, jóvenes, ea,
seguid, seguid marchando
al templo de Minerva,
a recibir el lauro.
Pero ¡qué!, ¿os detiene
el ocio y el regalo?
Pues escuchad a Esopo,
mis jóvenes amados.

Félix María de Samaniego

Daiquiri Blues


Tiembla la luz, en el umbral
resucitó con tu latido.
Cualquier motor, cualquier motivo
una pequeña emoción.
Un viejo amor, aquel vestido
que nunca te pude comprar.

Lo habías entendido mal, otra vez
creías que podía ser, de verdad
lo estabas empezando a creer.

No sé qué voy a hacer contigo.
Tengo un permiso especial.
Siempre que estás metida en líos
acaba rozándome.

Lo habías entendido mal, otra vez
creías que podía ser, de verdad,
lo estabas empezando a creer.

Peluqueras y soldados
no hay sitio para los dos.

Mi daiquiri blues, en la noche del sábado
para mojarte los labios.

Quique González