23 de enero de 2013

El café


Ayer te vi, sé que eras tú,
pidiendo fuego en un café con un hombre mayor
y tú riendo sin saber porqué,
después de tantos años no habías cambiado tanto.

Tus ojos parecían decir que has madurado
ya por fin pero los gestos te delatan,
reconozco tu perfil, insegura como ayer,
tan pequeña y tan mujer.

Y yo seguí espiándote,
seguí observándote beber aquel café
que sería express con leche fría o tal vez
te hayan cambiado el gusto los desengaños.

Pero sé que estas mejor,
te sienta bien el pelo corto y creo que él
pensaría igual por como estaba, hipnotizado sin hablar,
lo sé porque antes era yo quien ocupaba su papel.

Igual que un cuento llega el fin,
os levantasteis y al salir desde la puerta creo que te vi
girar la cara y sonreír, guiñaste un ojo
y después os perdisteis por Madrid.

Y yo seguí sentado allí
solo en mi mesa de el café,
había en la barra una mujer con ojos tristes,
creo que fui a acercarme y pregunté:
¿nos hemos visto alguna vez?

Luis Ramiro