Acabo de tirarlo,
35 minutos bajo la tormenta
-esperando un maldito
taxi-
han podido con él.
Pero cómo se ha portado.
Ésa es la diferencia:
los taxis son como ciertos amigos,
nunca están cuando más los necesitas.
Los paraguas, en cambio, mueren por ti.
Karmelo C. Iribarren