14 de mayo de 2014

La primavera avanza

Detuvo sus pasos al llegar a la colina, con lentitud buscó la sombra de un árbol a la orilla del camino y observo el paisaje con la serenidad que sólo el tiempo enseña; sin prisa, deteniéndose en los suaves movimientos de las hojas, en el sonido del viento a través de las briznas de hierba, en el alegre vuelo de los pájaros... en esa libertad.

Recordó entonces la luz del pasado, y también su sombra; la desesperación y la rabia del hombre que contempla como se desgarran las velas y pierde el rumbo de su barco, del hombre que es incapaz de controlar su destino. Nunca había sido muy amigo de plegarias hasta entonces; también recordó eso, sus gritos al vacío, sus lágrimas ahogadas... y el silencio como única respuesta.

Pasarían muchos años pero jamás olvidaría ese silencio; de hecho se acabó acostumbrando a él, a veces incluso lo echaba de menos entre el bullicio de la ciudad.

Se levantó despacio y se dispuso a recorrer la suave pendiente que restaba, esta vez le costó más que de costumbre. Al llegar a la cima un pequeño claro se abrió ante sus ojos; con la mirada triste observó con asombro el bello contraste de las flores y la pequeña lápida de mármol.

Sonrió por un instante; no sabía de que se sorprendía, al fin y al cabo ya era otra vez primavera.