¡El puñal, el puñal, hermana mía! 
Repudio la bebida que envenena; 
no merece una muerte tan serena 
quien supo asesinar a sangre fría.
El adulterio no merecería 
castigo tan cruel; sólo enajena; 
pero en mi mente sin cesar resuena 
el grito de mi padre cada día.
Madre y amante en pacto tenebroso  
para arrancar la vida del esposo, 
por el puñal del hijo han de morir.
Y si las Furias han de perseguirme,  
de lugar en lugar habré de irme, 
pero nunca de mí tendré que huir.
