Y sin saber bien porqué te acuerdas del Ébola, que no hace mucho abría todos los informativos y era prioridad absoluta; ahora está fuera de nuestra realidad, ya ha pasado a segundo plano, ya no nos importa tanto, sin embargo en África siguen muriendo personas a diario. Y te sientes como una mierda, piensas que no hace falta un infierno después de la muerte porque ya está aquí, la falta real de empatía y sensibilidad -con otras personas, con los animales, con la propia naturaleza- es nuestra condena a la extinción.
Pese a todo quieres pensar que no es tarde, que podemos cambiar, que de alguna forma estamos a tiempo de ser mejores, de hacer nuestro mundo más agradable, de ayudar cuando se pueda, de sentir a los demás, con pequeños gestos, con sinceridad, con humanidad... al fin y al cabo es lo único que nos queda.