Qué grave crimen fue dejarte ir
pago mi condena porque te perdí.
Yo que fui tu vida y tú mi amor
no me di cuenta y apagué el motor.
El reloj se paró entre nuestras manos
yo juré no volver a hacerte daño.
Escucho, mi amor, de lejos tu corazón
intento llegar, pero ya no hay nadie allí.
Es esta ciudad que me recuerda tanto a ti
y es este dolor que anda suelto y corre tras de mí.
La suerte fue caprichosa y sin piedad
donde ya no estabas y cedió su lugar.
Nos apartó una fuerza desigual
y un destino extraño entrando a matar.
Me acostumbré a dormir al otro lado
y a no ocupar el espacio que has dejado.
Y qué saben los demás
si a mí me cuesta encajar
que el golpe llegó frontal
y nos partió por la mitad.
Tendré que pagar
el precio que hay que pagar.
La lluvia que no llegó a caer vendrá
para mojarte la piel, para calmar tu dolor
para decirte, mi amor, que no.
Para mojarte la piel, para calmar tu dolor
para decirte, mi amor, que no llegó el final.
Acuérdate cuando te hablen de mí...
Rebeca Jiménez