7 de octubre de 2014

Paz

Junto a la mesa de la esquina en
el café
está sentada
una pareja de mediana edad.
Han terminado de comer
y están bebiendo una cerveza
cada uno.
Son las 9 de la noche.
Ella está fumando un cigarrillo.
Luego él dice algo.
Ella asiente.
Luego habla ella.
Él sonríe, mueve la mano,
luego se quedan callados.
A través de las persianas
junto a la mesa
parpadea
una luz roja de neón.

No hay guerra.
No hay infierno.

Luego él levanta su botella
de cerveza.

Es verde,
se la lleva a los labios
le da un sorbo.

Es una Coronet.

Ella tiene el codo derecho
apoyado sobre la mesa
y en la mano
sostiene el cigarrillo
entre el pulgar y
el índice
y cuando ella le mira
fuera las calles
florecen
en la noche.

Suerte.

Hubo una vez
en que fuimos jóvenes
dentro de esta máquina
bebíamos
fumábamos
tecleábamos

fue un tiempo de
esplendor,
un milagro.

Aún lo es.

Sólo que ahora
en vez de
ir hacia el tiempo
es el tiempo
el que viene hacia nosotros
y hace que cada palabra
taladre
el papel


clara
rápida
contundente


alimentando
un espacio
que se cierra.


Charles Bukowski