Francisco Sanchis Cortés
30 de noviembre de 2013
29 de noviembre de 2013
Soneto II
En fin, a vuestras manos he venido,
do sé que he de morir tan apretado,
que aun aliviar con quejas mi cuidado,
como remedio, me es ya defendido.
Mi vida no sé en qué se ha sostenido,
si no es en haber sido yo guardado
para que sólo en mí fuese probado
cuánto corta una espada en un rendido.
Mis lágrimas han sido derramadas
donde la sequedad y la aspereza
dieron mal fruto dellas y mi suerte.
Basten las que por vos tengo lloradas.
No os venguéis más de mí con mi flaqueza;
allá os vengad, señora, con mi muerte.
do sé que he de morir tan apretado,
que aun aliviar con quejas mi cuidado,
como remedio, me es ya defendido.
Mi vida no sé en qué se ha sostenido,
si no es en haber sido yo guardado
para que sólo en mí fuese probado
cuánto corta una espada en un rendido.
Mis lágrimas han sido derramadas
donde la sequedad y la aspereza
dieron mal fruto dellas y mi suerte.
Basten las que por vos tengo lloradas.
No os venguéis más de mí con mi flaqueza;
allá os vengad, señora, con mi muerte.
Garcilaso de la Vega
28 de noviembre de 2013
Pisando charcos
Sigo buscando la canción que me confiesa
los días que amanezco a la hora de la siesta
cuando me esperan enfadados
problemas y pecados;
los sueños y los planes cancelados.
Todos los "mañana dios dirá"
me miran medio avergonzados,
decepcionados,
que untadas las promesas en carmín
el barman se las ha llevado.
Siguen haciéndome llorar las estaciones,
las bodas, las canciones con apenas tres acordes.
Sigo buscando en el lugar equivocado
al dueño de mis actos,
al que luego limpia el rastro.
Al niño acostumbrado a ser feliz pisando charcos.
Siguen tentándome las áreas de descanso,
los bares que cerramos, las mujeres al piano;
el cine de verano,
el sur y su descaro...
Las luces de las fiestas de tu barrio.
David Moya
26 de noviembre de 2013
25 de noviembre de 2013
Soneto 126
Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;
no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño;
creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño:
esto es amor: quien lo probó lo sabe.
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;
no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño;
creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño:
esto es amor: quien lo probó lo sabe.
Lope de Vega
23 de noviembre de 2013
20 de noviembre de 2013
19 de noviembre de 2013
Los automóviles
Los automóviles llegaron aquí un
año de repente,
y con ellos el tiempo, hacia mil
novecientos
cincuenta y ocho entonces.
Están los mismos tilos al borde del
jardín,
los mismos ojos detrás de la
ventana,
siempre conventual
a las fuentes vacías del invierno.
Nos fue dado el amor
de pronto por la vida y sus cosas
pequeñas,
armarios diminutos donde encerrar
la infancia.
¿Recuerdas?
Era blanco el tejado, y se posan
aún
de día las palomas
y sus ojos nos miran como un fuego
tardío
cada vez que salimos huyendo de la
casa.
Yo he buscado su piel en todas mis
amantes,
la marejada rubia de sus hombros,
la formación de almendras que
estallaba en su boca
y que luego ponía en las manos de
él,
él, que estaba allí,
allí también entre nosotros,
como un inmenso capitán de plomo.
Yo me pregunto entonces si este
rostro es mi rostro
o es la vieja pasión de una guerra
perdida.
Dos minutos ahora para salir a
escena.
Sentir sobre el escote
cómo arden los focos: canta,
canta para París
Y para Siena,
tú que crees que el tiempo no es
asunto
de tilos y palomas,
mi viejo capitán de plomo herido,
cierra tu dulce corazón
desperdiciado
a las nieves de un parque,
como si amaneciese y abrieras la
ventana
y por primera vez
notases que el invierno se ha
convertido
en éxito.
Luis García Montero
18 de noviembre de 2013
Hill Farmer's Blues
I'm going into tow law
For what I need
Chain for the ripsaw
Killer for the weed
The dog's at the back door
Leave him be
Don't feed him Jack
And don't wait up for me
Going into tow law
To fuel my fire
Shells for the twelve
And razor wire
The dog's at the back door
Leave him be
Don't do jack
And don't wait up for me
So bad so bad
So bad so bad
I'm going into tow law
To have my fun
Don't get me wrong
You were the only one
Behind my back lord
You made a fool of me
Don't do jack
And don't wait up for me
So bad so bad
So bad so bad
Mark Knopfler
17 de noviembre de 2013
16 de noviembre de 2013
La Cigarra y la Hormiga
Cantando la Cigarra
pasó el verano entero,
sin hacer provisiones
allá para el invierno;
los fríos la obligaron
a guardar el silencio
y a acogerse al abrigo
de su estrecho aposento.
Viose desproveída
del preciso sustento:
sin mosca, sin gusano,
sin trigo y sin centeno.
Habitaba la Hormiga
allí tabique en medio
y, con mil expresiones
de atención y respeto,
le dijo: "Doña Hormiga,
pues que en vuestro granero
sobran las provisiones
para vuestro alimento,
prestad alguna cosa
con que viva este invierno
esta triste Cigarra,
que, alegre en otro tiempo,
nunca conoció el daño,
nunca supo temerlo.
No dudéis en prestarme;
que fielmente prometo
pagaros con ganancias,
por el nombre que tengo."
La codiciosa Hormiga
respondió con denuedo,
ocultando a la espalda
las llaves del granero:
"¡Yo prestar lo que gano
con un trabajo inmenso!
Dime, pues, holgazana,
¿qué has hecho en el buen tiempo?"
"Yo -dijo la Cigarra-
a todo pasajero
cantaba alegremente,
sin cesar ni un momento".
"¡Hola! ¿Con que cantabas
cuando yo andaba al remo?
Pues ahora, que yo como,
baila, pese a tu cuerpo."
pasó el verano entero,
sin hacer provisiones
allá para el invierno;
los fríos la obligaron
a guardar el silencio
y a acogerse al abrigo
de su estrecho aposento.
Viose desproveída
del preciso sustento:
sin mosca, sin gusano,
sin trigo y sin centeno.
Habitaba la Hormiga
allí tabique en medio
y, con mil expresiones
de atención y respeto,
le dijo: "Doña Hormiga,
pues que en vuestro granero
sobran las provisiones
para vuestro alimento,
prestad alguna cosa
con que viva este invierno
esta triste Cigarra,
que, alegre en otro tiempo,
nunca conoció el daño,
nunca supo temerlo.
No dudéis en prestarme;
que fielmente prometo
pagaros con ganancias,
por el nombre que tengo."
La codiciosa Hormiga
respondió con denuedo,
ocultando a la espalda
las llaves del granero:
"¡Yo prestar lo que gano
con un trabajo inmenso!
Dime, pues, holgazana,
¿qué has hecho en el buen tiempo?"
"Yo -dijo la Cigarra-
a todo pasajero
cantaba alegremente,
sin cesar ni un momento".
"¡Hola! ¿Con que cantabas
cuando yo andaba al remo?
Pues ahora, que yo como,
baila, pese a tu cuerpo."
Félix María de Samaniego
15 de noviembre de 2013
Difícil
Vuelves a decir,
con alardes de control,
que es solo un juego para ti
y que dominas esta situación.
Y vas a empezar
por entenderlo todo al revés,
y vas a acabar
por cometer alguna estupidez.
Dime que no te engañas,
dime que nunca fallas,
que no vas a dudar
con lo difícil que es decir que no.
Dependerá de ti,
entre tanta indiscreción,
que quieras confiar en mí
y en las paredes de esta habitación.
Y vas a empezar
por entenderlo todo al revés,
y vas a acabar
por cometer alguna estupidez.
Dime que no te engañas,
dime que nunca fallas,
que no vas a dudar
con lo difícil que es decir que no.
Te mata la ansiedad,
la eterna tentación,
la amarga intensidad
y el morbo del error.
Dime que no te engañas,
dime que nunca fallas,
que no vas a dudar
con lo difícil que es decir que no.
Dime que no.
Dinero
13 de noviembre de 2013
8 de noviembre de 2013
Telediario
Cada vez que pongo las noticias
sólo veo
odio, ansias de poder, guerras
absurdas,
sufrimiento, hambre,
violencia...
peces demasiado gordos
con trajes demasiado caros
y niños con mirada de adultos,
sin familia, sin hogar,
sin nada.
Por lo visto tantas vidas
arruinadas
no han sido suficiente;
son momentos como este
los que me hacen desear
que ahí arriba (o abajo)
haya alguna deidad coherente
y que, al menos por una vez,
la palabra justicia cobre
algo de sentido.
7 de noviembre de 2013
Acuérdate
Qué grave crimen fue dejarte ir
pago mi condena porque te perdí.
Yo que fui tu vida y tú mi amor
no me di cuenta y apagué el motor.
El reloj se paró entre nuestras manos
yo juré no volver a hacerte daño.
Escucho, mi amor, de lejos tu corazón
intento llegar, pero ya no hay nadie allí.
Es esta ciudad que me recuerda tanto a ti
y es este dolor que anda suelto y corre tras de mí.
La suerte fue caprichosa y sin piedad
donde ya no estabas y cedió su lugar.
Nos apartó una fuerza desigual
y un destino extraño entrando a matar.
Me acostumbré a dormir al otro lado
y a no ocupar el espacio que has dejado.
Y qué saben los demás
si a mí me cuesta encajar
que el golpe llegó frontal
y nos partió por la mitad.
Tendré que pagar
el precio que hay que pagar.
La lluvia que no llegó a caer vendrá
para mojarte la piel, para calmar tu dolor
para decirte, mi amor, que no.
Para mojarte la piel, para calmar tu dolor
para decirte, mi amor, que no llegó el final.
Acuérdate cuando te hablen de mí...
Rebeca Jiménez
5 de noviembre de 2013
Mercurio y Argos
Diego Velázquez
La sombra de Júpiter era alargada, la muerte de Argos Panoptes a manos de Mercurio fue orquestada desde el Olimpo por el caudillo de los dioses. El origen de esto fue su capricho por la ninfa Io; el oráculo reveló a su padre, Ínaco, que si no repudiaba a su hija el rayo de Júpiter acabaría con él y toda su estirpe; una vez desterrada de su casa, Júpiter se unió a ella formando una enorme nube a su alrededor.
Juno no tardó en darse cuenta de la treta, ya prevenida por las frecuentes infidelidades de las que había sido víctima se dirigió al lugar donde estaban los amantes, encontrando a su marido junto a una hermosa ternera blanca; sospechando lo que había detrás le pidió a Júpiter que le permitiese quedarse con ella y la puso a cargo de Argos, el gigante de los mil ojos, que incluso mientras dormía mantenía algunos de ellos abiertos.
Mercurio, tocando una hermosa melodía con su flauta, consiguió cerrarlos para cortarle posteriormente la cabeza con su cimitarra.
4 de noviembre de 2013
Don Juan Tenorio (Parte I - Acto IV - Escena X)
D. Luis:
Muy bien, don Juan.
D. Juan:
¡Vive Dios!
D. Gonzalo:
¿Quién es ese hombre?
D. Luis:
Un testigo
de su miedo, y un amigo,
Comendador, para vos.
D. Juan:
¡Don Luis!
D. Luis:
Ya he visto bastante,
don Juan, para conocer
cuál uso puedes hacer
de tu valor arrogante;
y quien hiere por detrás
y se humilla en la ocasión,
es tan vil como el ladrón
que roba y huye.
D. Juan:
¿Esto más?
D. Luis:
Y pues la ira soberana
de Dios junta, como ves,
al padre de doña Inés
y al vengador de doña Ana,
mira el fin que aquí te espera
cuando a igual tiempo te alcanza,
aquí dentro su venganza
y la justicia allá fuera.
D. Gonzalo:
¡Oh! Ahora comprendo... ¿Sois vos
el que...?
D. Luis:
Soy don Luis Mejía,
a quien a tiempo os envía
por vuestra venganza Dios.
D. Juan:
¡Basta, pues, de tal suplicio!
Si con hacienda y honor
ni os muestro ni doy valor
a mi franco sacrificio
y la leal solicitud
con que ofrezco cuanto puedo
tomáis, ¡vive Dios!, por miedo
y os mofáis de mi virtud,
os acepto el que me dais
plazo breve y perentorio,
para mostrarme el Tenorio
de cuyo valor dudáis.
D. Luis:
Sea; y cae a nuestros pies,
digno al menos de esa fama
que por tan bravo te aclama.
D. Juan:
Y venza el infierno, pues.
Ulloa, pues mi alma así
vuelves a hundir en el vicio,
cuando Dios me llame a juicio,
tú responderás por mí.
(Le da un pistoletazo.)
D. Gonzalo:
¡Asesino! (Cae.)
D. Juan:
Y tú, insensato,
que me llamas vil ladrón,
di en prueba de tu razón
que cara a cara te mato.
(Riñen, y le da una estocada.)
D. Luis:
¡Jesús! (Cae.)
D. Juan:
Tarde tu fe ciega
acude al cielo, Mejía,
y no fue por culpa mía;
pero la justicia llega,
y a fe que ha de ver quién soy.
Ciutti:
(Dentro.)
¿Don Juan?
D. Juan:
(Asomando al balcón.)
¿Quién es?
Ciutti:
Por aquí;
salvaos.
D. Juan:
¿Hay paso?
Ciutti:
Sí;
arrojaos.
D. Juan:
Allá voy.
Llamé al cielo y no me oyó,
y pues sus puertas me cierra,
de mis pasos en la tierra
responda el cielo, no yo.
(Se arroja por el balcón, y se le oye caer en el agua del río, al mismo
tiempo que el ruido de los remos muestra la rapidez del barco en que parte;
se oyen golpes en las puertas de la habitación, poco después entra la justicia,
soldados, etc.).
Muy bien, don Juan.
D. Juan:
¡Vive Dios!
D. Gonzalo:
¿Quién es ese hombre?
D. Luis:
Un testigo
de su miedo, y un amigo,
Comendador, para vos.
D. Juan:
¡Don Luis!
D. Luis:
Ya he visto bastante,
don Juan, para conocer
cuál uso puedes hacer
de tu valor arrogante;
y quien hiere por detrás
y se humilla en la ocasión,
es tan vil como el ladrón
que roba y huye.
D. Juan:
¿Esto más?
D. Luis:
Y pues la ira soberana
de Dios junta, como ves,
al padre de doña Inés
y al vengador de doña Ana,
mira el fin que aquí te espera
cuando a igual tiempo te alcanza,
aquí dentro su venganza
y la justicia allá fuera.
D. Gonzalo:
¡Oh! Ahora comprendo... ¿Sois vos
el que...?
D. Luis:
Soy don Luis Mejía,
a quien a tiempo os envía
por vuestra venganza Dios.
D. Juan:
¡Basta, pues, de tal suplicio!
Si con hacienda y honor
ni os muestro ni doy valor
a mi franco sacrificio
y la leal solicitud
con que ofrezco cuanto puedo
tomáis, ¡vive Dios!, por miedo
y os mofáis de mi virtud,
os acepto el que me dais
plazo breve y perentorio,
para mostrarme el Tenorio
de cuyo valor dudáis.
D. Luis:
Sea; y cae a nuestros pies,
digno al menos de esa fama
que por tan bravo te aclama.
D. Juan:
Y venza el infierno, pues.
Ulloa, pues mi alma así
vuelves a hundir en el vicio,
cuando Dios me llame a juicio,
tú responderás por mí.
(Le da un pistoletazo.)
D. Gonzalo:
¡Asesino! (Cae.)
D. Juan:
Y tú, insensato,
que me llamas vil ladrón,
di en prueba de tu razón
que cara a cara te mato.
(Riñen, y le da una estocada.)
D. Luis:
¡Jesús! (Cae.)
D. Juan:
Tarde tu fe ciega
acude al cielo, Mejía,
y no fue por culpa mía;
pero la justicia llega,
y a fe que ha de ver quién soy.
Ciutti:
(Dentro.)
¿Don Juan?
D. Juan:
(Asomando al balcón.)
¿Quién es?
Ciutti:
Por aquí;
salvaos.
D. Juan:
¿Hay paso?
Ciutti:
Sí;
arrojaos.
D. Juan:
Allá voy.
Llamé al cielo y no me oyó,
y pues sus puertas me cierra,
de mis pasos en la tierra
responda el cielo, no yo.
(Se arroja por el balcón, y se le oye caer en el agua del río, al mismo
tiempo que el ruido de los remos muestra la rapidez del barco en que parte;
se oyen golpes en las puertas de la habitación, poco después entra la justicia,
soldados, etc.).
José Zorrilla
2 de noviembre de 2013
Postcards From Paraguay
One thing was leading to the next
I bit off more than I could chew
I had the power to sign the cheques
It wasn't difficult to do
I couldn't stay and face the music
So many reasons why
I won't be sending postcards
From Paraguay
I robbed a bank full of dinero
A great big mountain of dough
So it was goodbye compañero
And cheerio
I couldn't stay and face the music
So many reasons why
I won't be sending postcards
From Paraguay
I never meant to be a cheater
But there was blood on the wall
I had to steal from Peter
To pay what I owed to Paul
I couldn't stay and face the music
So many reasons why
I won't be sending postcards
From Paraguay
Mark Knopfler
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